Card. Obando recuerda que la paz solo es posible con mayor justicia entre los hombres

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El Arzobispo Emérito de Managua, Cardenal Miguel Obando y Bravo, afirmó que la paz es un anhelo que solo se podrá alcanzar con un orden nuevo "que comporte una justicia más perfecta entre los hombres", porque no es posible construirla sobre la frustración de millones de personas que no alcanzan "niveles de vida compatibles con la dignidad humana".

El Purpurado hizo estas afirmaciones durante el foro "A 20 años de Esquipulas II, la historia narrada por sus artífices", organizado para recordar el 20 aniversario de la firma de los Acuerdos de la Paz de Esquipulas II, que puso fin a las guerras civiles que en los años 80’s asolaron Centroamérica.

"Deseo presentar nuestro saludo, felicitación y agradecimiento a Sus Excelencias los señores Presidentes de Centro América, firmantes de los Acuerdos de la Paz de Esquipulas II, el 7 de agosto de 1987, y que a 20 años de su firma realizamos este acto académico, por la importancia y lo decisorio que fue para lograr la paz, la pacificación", expresó.

Durante su ponencia, el Arzobispo hizo una reflexión sobre el sentido de la paz y recordó los diversos documentos pontificios dedicados a ella; entre ellos la Encíclica Summi Pontificatus, de Pío XII; quien en su lema "Opus Iustitiae Pax" advirtió que "la Paz es Obra de la Justicia".

En ese sentido, tras señalar que a causa del pecado la paz "siempre será una construcción dolorosa", el Cardenal Obando se refirió a la "paz social" e indicó que ella solo puede resultar de una relación "basada en la justicia, la lealtad y en el amor"; constituyendo propiamente "un orden del cual la paz es la resultante más auténtica".

"En otro tiempo, las clases políticas, culturales, vivían una paz aparente, porque decían, o trataban de convencerse, de que la condición miserable de las masas formaba parte inexorable de un orden universal e inmutable. Actualmente, la humanidad va aprendiendo que mientras existan el hambre y la miseria, persistirá un desorden radical, fruto del egoísmo de los individuos y de las naciones, y así es imposible conquistar una paz duradera", advirtió.

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Por ello, el Arzobispo Emérito llamó a poner como meta de todo proyecto "el desarrollo integral de las personas", para que cada una se convierta en agente activo "de cualquier verdadero proceso de desarrollo"; porque, advirtió, negar los medios para el progreso de una sociedad "solo puede conducir a la inseguridad y a la agitación social, además de que fomenta el odio, la división y destruye toda esperanza de paz".

Los derechos humanos, explicó, no se violan solamente con el terrorismo, la represión o los asesinatos, sino también con la extrema pobreza y la injusticia social. En ese sentido, invitó a practicar la solidaridad entre "los diversos miembros de la familia humana".

El proyecto del mundo nuevo, afirmó, es una tarea que compete a todos los hombres y mujeres, porque la solidaridad es un deber y porque donde hay solidaridad "hay también reconciliación". Ambas se necesitan mutuamente, señaló.

Finalmente, tras recordar que la solidaridad humana solo puede realizarse en Cristo, el Arzobispo Emérito de Managua alentó a encontrar en el acuerdo de paz de 1987 "un tesoro de entusiasmo"que debe de ser bien encausado y fluir con el apoyo de los dirigentes de los diversos países, para así "convertirse en el impulso dinámico que transforma el alma de cada una de nuestras naciones".

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