Card. Bergoglio llama a construir Argentina a partir de las bienaventuranzas

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El Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Jorge Mario Bergoglio, exhortó a los argentinos a construir “la nación que nos debemos” inspirados en las bienaventuranzas del Señor, que nos llama a la solidaridad y limpieza de corazón; durante el Tedeum celebrado en la Catedral Metropolitana por el 25 de mayo.

“En el día de la Patria nos hará bien hacer un breve recorrido por estas bienaventuranzas. Cada uno de nosotros reflexionando pausadamente en ellas y preguntándonos qué significan hoy para mí, no para el que tengo al lado o para el vecino de enfrente”, afirmó el Purpurado.

En ese sentido, se refirió a la alegría “que sólo experimentamos cuando tenemos alma de pobres”. “En nuestro pueblo más humilde encontramos mucho de esta bienaventuranza: la de los que conocen la riqueza de la solidaridad”, añadió. Caso contrario, señaló, es el de quienes caen en la “malaventuranza” de la “permanente insatisfacción, del encubrimiento del vacío y la miseria interior con sustitutos de poder, de imagen, de dinero”.

Ante el Presidente Néstor Kirchner y su gabinete, el Cardenal Bergoglio llamó a los argentinos a practicar la “mansedumbre” de la que habla Jesús, que es “apostar al tiempo y no al momento” para lograr los resultados que se desean. “¿Cuántas veces hemos caído los argentinos en la “malaventuranza” de no haber sabido conservar tal mansedumbre?”, preguntó el Purpurado.

Igualmente, advirtió sobre el peligro de caer en la tentación del “internismo”, de excluir al “que creemos contrario, de la difamación y la calumnia como espacio de confrontación y choque”. Indicó que estas actitudes “nos encierran en el círculo vicioso de un enfrentamiento sin fin”.

También criticó la actitud de quienes burlan la ley, “esa manera de malvivir sin respetar reglas que nos cuidan, donde sólo sobrevive el pícaro y el coimero, y que nos sumerge en un cono de sombra y desconfianza mutua”. En cambio, señaló, el sabio y el humilde procuran “el maduro acatamiento de la ley”.

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Finalmente, el Arzobispo llamó bienaventurados a “los jóvenes limpios de corazón que se juegan por sus deseos nobles y altos”, aunque esto “provoque rechazo y persecución”.

“Nadie puede llegar a ser grande si no asume su pequeñez. La invitación de las Bienaventuranzas nos encamina en un sendero de grandeza posible, el del espíritu, y cuando el espíritu está pronto todo lo demás se da por añadidura”, afirmó.

Puede leer la homilía completa en:

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