Al entonar este canto eucarístico el Jueves Santo puedes obtener una indulgencia plenaria

Eucaristía indulgencia plenaria Unsplash 12042024 El Santísimo Sacramento | Crédito: Jacob Bentzinger / Unsplash

¿Es posible ganar una indulgencia plenaria el Jueves Santo? Sí. Tan sólo es necesario entonar, o simplemente recitar, el himno de adoración eucarística Tantum ergo.

Por los méritos de Cristo en la Cruz y la intercesión de la Virgen María y los santos, la Iglesia Católica concede la indulgencia plenaria como una gracia que elimina el castigo temporal del purgatorio debido al pecado.

La indulgencia plenaria se puede aplicar al alma del propio penitente o también a la de un difunto en cuyo nombre se gana, quedando así limpia por completo, como si se tratara de un recién bautizado. 

Un documento de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) enseña que aunque con el Bautismo y la Confesión “la culpa sea quitada, y con ella la pena eterna que se debe al pecado —es decir, la condenación, la pérdida eterna de la presencia de Dios—, quedan las consecuencias de los pecados que deben soportar los que los han cometido, tradicionalmente llamadas la pena temporal por el pecado".

¿Qué es la pena temporal? La USCCB lo explica: "Todo acto pecaminoso crea un desorden dentro del alma de la persona humana; distorsiona nuestros deseos y afectos, dejándonos con 'un apego malsano a las criaturas, que debe ser purificado aquí en la tierra, o después de la muerte en el estado llamado purgatorio'".

Por esta razón, "quienes han recibido el perdón de sus pecados todavía tienen la obligación de pasar por un proceso difícil y doloroso (la pena temporal por el pecado) para ser purificados de las consecuencias de sus pecados y restaurar las relaciones rotas".

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Sin embargo, a través de una indulgencia plenaria podemos ahorrarnos este proceso de purificación. Como lo indica la USCCB, "por la gracia de Dios, la participación en una oración o acción que tiene una indulgencia adjunta produce la restauración y reparación necesarias sin el sufrimiento que normalmente la acompañaría".

El Jueves Santo se puede recibir este regalo especial que redunda en la purificación del alma cantando el Tantum ergo, que es como se conoce a las dos últimas estrofas del Pange lingua, un himno de adoración eucarística en latín escrito por Santo Tomás de Aquino.

Tantum ergo son las primeras palabras del penúltimo párrafo del himno, Tantum ergo Sacramentum, que significan: "...tan sublime Sacramento".

Estos magníficos versos son una expresión de adoración a Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento. Por eso se suelen cantar antes de la bendición que el sacerdote realiza con la custodia.

El Jueves Santo, después de la Misa de la Cena del Señor, los fieles están invitados a participar en la adoración del Santísimo Sacramento durante toda la noche. Esto representa a los discípulos que fueron invitados a permanecer despiertos toda la noche con el Señor antes de la traición de Judas. Cantando el Tantum ergo en este momento es como se obtiene la indulgencia plenaria.

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Como siempre sucede con las indulgencias, se deben cumplir las demás condiciones para recibir esta gracia, que son: Confesión sacramental, recepción de la sagrada Comunión, oración por las intenciones del Santo Padre y completo desprendimiento de todo pecado.

Las tres primeras condiciones (Confesión, Comunión y oraciones por las intenciones del Papa) se pueden llevar a cabo unos días antes o después de realizar las obras enriquecidas con la indulgencia (en este caso, cantar el Tantum ergo durante la adoración); pero es recomendable que la Comunión y la oración tengan lugar el mismo día en que se realice la obra.

Esta es la letra del Tantum ergo:

Tantum ergo Sacramentum
Veneremur cernui
Et antiquum documentum
Novo cedat ritui
Praestet fides supplementum
Sensuum defectui.

Genitori, Genitoque
Laus et iubilatio,
Salus, honor, virtus quoque
Sit et benedictio
Procedenti ab utroque
Compar sit laudatio.
Amen.

Y esta una traducción al español:

Veneremos, pues, reverentes
tan sublime Sacramento;
y la antigua figura (litúrgica)
ceda el puesto al nuevo rito;
la fe supla
la incapacidad de los sentidos.

Al Engendrador (el Padre) y al Engendrado (el Hijo)
sean dadas alabanzas y júbilo,
gloria, honor, poder y bendición;
una gloria igual sea dada
al que de ambos procede (el Espíritu Santo).
Amén.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.

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