El Papa Benedicto XVI señaló que la historia del papado se caracteriza por la coexistencia de dos elementos: por una parte constituye el fundamento de la Iglesia peregrina en el tiempo, y por otra, “emerge también, a lo largo de los siglos, la debilidad de los hombres, que sólo la apertura a la acción de Dios puede transformar”.

Al presidir la Misa por la Solemnidad de San Pedro y San Pablo en Roma, el Santo Padre señaló que “en el Evangelio de hoy emerge con fuerza la clara promesa de Jesús: ‘el poder del infierno’, es decir las fuerzas del mal, no prevalecerán”, en la cual “Pedro es confortado con respecto al futuro de la Iglesia, de la nueva comunidad fundada por Jesucristo y que se extiende a todas las épocas, más allá de la existencia personal del mismo Pedro”.

Benedicto XVI también se refirió al “símbolo de las llaves”, y explicó que esto implica que a Pedro, “en cuanto fiel administrador del mensaje de Cristo, le corresponde abrir la puerta del reino de los cielos, y juzgar si aceptar o excluir”.

“La expresión ‘atar y desatar’ forma parte del lenguaje rabínico y alude por un lado a las decisiones doctrinales, por otro al poder disciplinar, es decir a la facultad de aplicar y de levantar la excomunión. El paralelismo ‘en la tierra… en los cielos’ garantiza que las decisiones de Pedro en el ejercicio de su función eclesial también son válidas ante Dios”.

El Papa señaló que “las palabras de Jesús sobre la autoridad de Pedro y de los Apóstoles revelan que el poder de Dios es el amor, amor que irradia su luz desde el Calvario. Así, podemos también comprender porqué, en el relato del evangelio, tras la confesión de fe de Pedro, sigue inmediatamente el primer anuncio de la pasión”.

“Jesús, con su muerte, ha vencido el poder del infierno, con su sangre ha derramado sobre el mundo un río inmenso de misericordia, que irriga con su agua sanadora la humanidad entera”.

El Santo Padre recordó que “la tradición iconográfica representa a san Pablo con la espada, y sabemos que ésta significa el instrumento con el que fue asesinado. Pero, leyendo los escritos del apóstol de los gentiles, descubrimos que la imagen de la espada se refiere a su misión de evangelizador”.

“Él, por ejemplo, sintiendo cercana la muerte, escribe a Timoteo: ‘He luchado el noble combate’. No es ciertamente la batalla de un caudillo, sino la de quien anuncia la Palabra de Dios, fiel a Cristo y a su Iglesia, por quien se ha entregado totalmente. Y por eso el Señor le ha dado la corona de la gloria y lo ha puesto, al igual que a Pedro, como columna del edificio espiritual de la Iglesia”.

Benedicto XVI también se refirió al palio impuesto a 47 Arzobispos metropolitanos, que destacan la calidad de legítimos sucesores de los Apóstoles y de jefes de las Diócesis de las cuales son Pastores, e indicó que este “os recordará siempre que habéis sido constituidos en y para el gran misterio de comunión que es la Iglesia, edificio espiritual construido sobre Cristo piedra angular y, en su dimensión terrena e histórica, sobre la roca de Pedro”.

“Sintámonos juntos cooperadores de la verdad, la cual, sabemos, es una y ‘sinfónica’, y reclama de cada uno de nosotros y de nuestra comunidad el empeño constante de conversión al único Señor en la gracia del único Espíritu”.