En la homilía de la Misa celebrada esta mañana, en el marco de la inauguración de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, el Papa Benedicto XVI aseguró que “dejarse reconciliar con Dios y con el prójimo es la vía maestra de la Nueva Evangelización”.

El Sínodo de los Obispos de este año tiene como tema central “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.

El Santo Padre precisó que “únicamente purificados, los cristianos podrán encontrar el legítimo orgullo de su dignidad de hijos de Dios, creados a su imagen y redimidos con la sangre preciosa de Jesucristo, y experimentar su alegría para compartirla con todos, con los de cerca y los de lejos”.

Benedicto XVI expresó que al mirar el ideal de la vida cristiana, “expresado en la llamada a la santidad”, vemos con humildad “la fragilidad de tantos cristianos, más aun, su pecado, personal y comunitario, que representa un gran obstáculo para la evangelización”.

El Papa indicó que también en esto debemos “reconocer la fuerza de Dios que, en la fe, viene al encuentro de la debilidad humana. Por tanto, no se puede hablar de la nueva evangelización sin una disposición sincera de conversión”.

El Santo Padre pidió a los Obispos participantes en el Sínodo, como inicio de la Asamblea, “acoger la invitación a fijar los ojos en el Señor Jesús, ‘coronado de gloria y honor por su pasión y muerte’”.

“La Palabra de Dios nos pone ante el crucificado glorioso, de modo que toda nuestra vida, y en concreto la tarea de esta asamblea sinodal, se lleve a cabo en su presencia y a la luz de su misterio. La evangelización, en todo tiempo y lugar, tiene siempre como punto central y último a Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios”.

Benedicto XVI señaló que “el crucifijo es por excelencia el signo distintivo de quien anuncia el Evangelio: signo de amor y de paz, llamada a la conversión y a la reconciliación”.

El Papa indicó que el tema de esta Asamblea sinodal, la Nueva Evangelización, apunta a “para favorecer el redescubrimiento de la fe, fuente de gracia que trae alegría y esperanza a la vida personal, familiar y social”.

El Santo Padre también subrayó durante su homilía de forma especial “el tema del matrimonio”, pues merece “una atención especial".

“El matrimonio constituye en sí mismo un evangelio, una Buena Noticia para el mundo actual, en particular para el mundo secularizado. La unión del hombre y la mujer, su ser ‘una sola carne’ en la caridad, en el amor fecundo e indisoluble, es un signo que habla de Dios con fuerza, con una elocuencia que en nuestros días llega a ser mayor”.

El Papa indicó que “lamentablemente y por varias causas, el matrimonio, precisamente en las regiones de antigua evangelización, atraviesa una profunda crisis. Y no es casual”.

“El matrimonio, como unión de amor fiel e indisoluble, se funda en la gracia que viene de Dios Uno y Trino, que en Cristo nos ha amado con un amor fiel hasta la cruz. Hoy podemos percibir toda la verdad de esta afirmación, contrastándola con la dolorosa realidad de tantos matrimonios que desgraciadamente terminan mal”.

Benedicto XVI señaló que existe una “evidente correspondencia entre la crisis de la fe y la crisis del matrimonio. Y, como la Iglesia afirma y testimonia desde hace tiempo, el matrimonio está llamado a ser no sólo objeto, sino sujeto de la Nueva Evangelización”.

Esto se realiza ya, explicó el Santo Padre, “en muchas experiencias, vinculadas a comunidades y movimientos, pero se está realizando cada vez más también en el tejido de las diócesis y de las parroquias, como ha demostrado el reciente Encuentro Mundial de las Familias”.

El Papa destacó el “renovado impulso” a la evangelización que dio el Concilio Vaticano II al abordar “la llamada universal a la santidad, que como tal concierne a todos los cristianos”.

“Los santos son los verdaderos protagonistas de la evangelización en todas sus expresiones. Ellos son, también de forma particular, los pioneros y los que impulsan la Nueva Evangelización”.

“Con su intercesión y el ejemplo de sus vidas, abierta a la fantasía del Espíritu Santo, muestran la belleza del Evangelio y de la comunión con Cristo a las personas indiferentes o incluso hostiles, e invitan a los creyentes tibios, por decirlo así, a que con alegría vivan de fe, esperanza y caridad”, señaló.

El Papa señaló que “santos y santas florecen entre los generosos misioneros que anuncian la buena noticia a los no cristianos, tradicionalmente en los países de misión y actualmente en todos los lugares donde viven personas no cristianas”.

“La santidad no conoce barreras culturales, sociales, políticas, religiosas. Su lenguaje – el del amor y la verdad – es comprensible a todos los hombres de buena voluntad y los acerca a Jesucristo, fuente inagotable de vida nueva”.

Al finalizar su homilía, el Papa Benedicto XVI encomendó a Dios los trabajos de la Asamblea sinodal, q invocó la intercesión de “los grandes evangelizadores, entre los cuales queremos contar con gran afecto al beato Juan Pablo II, cuyo largo pontificado ha sido también ejemplo de nueva evangelización”.

“Nos ponemos bajo la protección de la bienaventurada Virgen María, Estrella de la Nueva Evangelización. Con ella invocamos una especial efusión del Espíritu Santo, que ilumine desde lo alto la Asamblea sinodal y la haga fructífera para el camino de la Iglesia”, concluyó.