En su visita pastoral a la Toscana, Italia, el Papa Benedicto XVI exhortó a dar testimonio del amor de Dios mediante la defensa de la vida desde su primer momento, hasta su fin natural, y mediante leyes que defiendan el derecho a vivir de los más indefensos.

Benedicto XVI llegó en helicóptero a las 9:00 horas locales a Arezzo, donde fue recibido por el Arzobispo de Arezzo, Mons. Ricardo Fontana y el representante del gobierno italiano, Mario Monti. Posteriormente se reunió con los miles de peregrinos en el parque “Il Prato” de la ciudad para celebrar la Eucaristía.

Durante la homilía, Benedicto XVI exhortó a “testimoniar el amor de Dios en la atención a los últimos se conjuga también con la defensa de la vida, desde su primer momento hasta su fin natural”, y que “la defensa de la familia, a través de leyes justas y capaces de tutelar también a los débiles, constituya siempre un punto importante para mantener un tejido social sólido y ofrecer perspectivas de esperanza para el futuro”.
 
“En esto, la Iglesia ofrece su contribución para que el amor de Dios esté siempre acompañado por aquel al prójimo” señaló el Santo Padre.

El Papa también resaltó que la Iglesia en su totalidad fue enviada al mundo “para llevar el Evangelio y la salvación. Aunque la iniciativa viene siempre de Dios, que llama a los múltiples ministerios, para que cada uno los desarrolle por el bien común”.

Benedicto XVI señaló que ese es deber tanto de aquellos “llamados al sacerdocio ministerial, a la vida consagrada, a la vida conyugal, como al compromiso con el mundo, a todos se nos pide responder con generosidad al Señor, apoyados por su Palabra que nos calma: ‘No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes’”.

El Santo Padre animó a ser fermento de la sociedad, como cristianos presentes, emprendedores y coherentes, y llamó a ser atentos y solidarios “hacia quien se halla en la necesidad. Ser solidarios con los pobres es reconocer el proyecto de Dios Creador, que ha hecho de todos una sola familia”.

Siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís, quien enriqueció con su testimonio la región, Benedicto XVI exhortó a educar más allá “de lógicas puramente materialistas, que a menudo marcan nuestro tiempo, y terminan por ofuscar el sentido de la solidaridad y de la caridad”.

El Papa invitó a tomar el ejemplo de San Pedro, y al igual que él bautizó a los primero paganos, los católicos deben mostrar que la Iglesia está abierta a la entera humanidad. “Siguiendo la gran tradición de vuestra Iglesia y de vuestras comunidades ¡sed auténticos testimonios del amor de Dios hacia los demás!”, exclamó.

Para poder llevar este amor dentro de la debilidad humana, el Papa indicó que es necesario confiar en Cristo, porque “la liberación del pecado y de sus consecuencias no es iniciativa nuestra, sino de Dios”.

“No fuimos nosotros quienes fuimos a amarlo, sino que fue Él quien nos ha amado y ha tomado en su ser nuestro pecado y lo ha lavado con la sangre de Cristo. Dios nos amó primero y quiere que entremos en su comunión de amor, para colaborar a su obra redentora”.

Antes del rezo del Regina Caeli junto a los miles de fieles, Benedicto XVI invitó a todos a dirigirnos espiritualmente a la Virgen del Consuelo que custodian en la Catedral de Arezzo.

“Como Madre de la Iglesia, María Santísima siempre quiere consolar a sus hijos en los momentos de mayor dificultad y sufrimiento”. Confiemos a su intercesión todas las personas y familias de vuestra comunidad que se encuentran en situación de mayor necesidad”.

Benedicto XVI también pidió invocar de Dios a través de María el consuelo moral, para saber reaccionar ante la tentación del desaliento y poder retomar con decisión, el camino de la renovación espiritual y ética, que solamente puede conducir a un autentico mejoramiento de la vida social y civil.

En ese aspecto, "cada uno puede y debe dar su contribución", concluyó el Santo Padre.

Tras culminar el rezo del Regina Caeli, Benedicto XVI se trasladó hasta la Catedral para visitar la Capilla de la Virgen del Consuelo y adorar el Santísimo Sacramento en presencia de las religiosas Carmelitas Descalzas del Monasterio de Santa Teresa Margarita Redi.