En sus palabras previas al rezo del Ángelus, junto a los fieles reunidos en Castel Gandolfo, Benedicto XVI señaló que la Ley de Dios, que "emerge" en la Liturgia de la Palabra de este domingo, "encuentra su pleno cumplimiento en el amor".

El Santo Padre subrayó que "la Ley de Dios es su Palabra que guía al hombre en el camino de la vida, lo hace salir de la esclavitud del egoísmo y lo introduce en la 'tierra' de la verdadera libertad y de la vida".

"Por esto en la Biblia la Ley no es vista como un peso, una limitación oprimente, sino como el don más precioso del Señor, el testimonio de su amor paterno, de su voluntad de estar cerca de su pueblo, de ser su Aliado y escribir con él una historia de amor".

Benedicto XVI recordó que "en el Antiguo Testamento, aquel que en nombre de Dios transmite la Ley al pueblo es Moisés", en el umbral de la tierra prometida.

"Y he aquí el problema: cuando el pueblo se establece en la tierra, y es depositario de la Ley, se siente tentado a poner su seguridad y su alegría en algo que ya no es la Palabra del Señor: en los bienes, en el poder, en otras 'divinidades' que, en realidad son vanas, son ídolos".

El Papa indicó que cuando el hombre pone ante su seguridad en esos falsos dioses "la Ley de Dios permanece, pero ya no es lo más importante, la regla de vida; se convierte más bien en un revestimiento, una cobertura, mientras la vida sigue otros caminos, otras reglas, intereses individuales y de grupo con frecuencia egoístas".

"Así, la religión pierde su sentido auténtico que es vivir en escucha de Dios para hacer su voluntad, y se reduce a práctica de usanzas secundarias, que satisfacen más bien la necesidad humana de sentirse bien con Dios. Éste es el grave riesgo de cada religión, que Jesús individuó en su tiempo, pero que también se puede verificar, lamentablemente, en la cristianidad".

"Por tanto, las palabras de Jesús en el Evangelio de hoy contra los escribas y los fariseos deben hacernos pensar también en nosotros", indicó.

Por ello, al concluir sus palabras, el Santo Padre pidió "que la Virgen María, a quien ahora nos dirigimos en oración, nos ayude a escuchar con corazón abierto y sincero la Palabra de Dios, para que oriente nuestros pensamientos, nuestras elecciones y nuestras acciones, cada día".