En sus palabras previas al rezo del Ángelus desde el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, el Papa Benedicto XVI, recordó que la actitud central del cristiano debe ser aprender constantemente de la humildad Cristo, “sin ambicionar el poder y la importancia humana, sino poniéndose al servicio de los demás”.

El Santo Padre subrayó que el poder de Dios “se manifiesta precisamente en la humildad, en dejarle a Él como único Omnipotente”.

Benedicto XVI indicó que un punto clave de diferencia entre Dios y el hombre es el orgullo, pues "en Dios no existe orgullo, porque Él es total plenitud e inclinado a amar y donar vida; en nosotros los hombres, en cambio, el orgullo está íntimamente radicado y requiere de una constante vigilancia y purificación”.

“Nosotros, que somos pequeños, aspiramos a aparecer grandes, a ser los primeros, mientras Dios no teme a abajarse y hacerse el último”.

En esta línea de humildad, el Papa señaló que “la Virgen María está perfectamente ‘sintonizada’ con Dios. Invoquémosla confiados, para que nos enseñe a seguir fielmente a Jesús en el camino del amor y de la humildad”.

Al explicar el Evangelio según San Marcos, que muestra el último viaje de Jesús hacia Jerusalén y hacia el culmen de su misión, después del cual empieza a hablar abiertamente de aquello que le sucederá, el Papa recordó cómo Cristo adelanta tres visiones de su muerte y resurrección, “en las que anuncia de manera cada vez más clara el destino que le espera y su inherente necesidad”.

En el segundo de estos anuncios, Jesús dice: “El Hijo del Hombre –expresión con la que se designa a sí mismo– será entregado en manos de hombres y lo matarán, pero después de muerto, resucitará al tercer día”.?“En efecto, al leer esta parte de la narración de Marcos, es evidente que entre Jesús y los discípulos hay una profunda distancia interior. Se encuentran, por así decirlo, sobre dos amplitudes de onda distintas, de forma que los discursos del Maestro son incomprendidos, o lo son solamente de manera superficial”.

Benedicto XVI indicó que incluso el apóstol Pedro, “inmediatamente después de haber manifestado su fe en Jesús, se permite reprenderlo por anunciar que será rechazado y asesinado”.

El Papa enumeró algunas de las muchas incomprensiones de los Apóstoles hasta la resurrección de Jesús, como por ejemplo, después del segundo anuncio de la Pasión, cuando Santiago y Juan, sin comprender “piden a Jesús poder sentarse a su derecha y a su izquierda, cuando esté en la gloria”.

“Seguir al Señor requiere siempre del hombre una profunda conversión, un cambio en el modo de pensar y de vivir, de abrir el corazón a la escucha para dejarse iluminar y transformar interiormente”, porque “la lógica de Dios es siempre ‘otra’ respecto a la nuestra, como reveló Dios mismo por boca del profeta Isaías: ‘Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos’”, indicó.