22 de abril de 2005 / 07:56 AM
Durante el discurso pronunciado en la audiencia concedida este viernes a los Cardenales presentes en Roma, el Papa Benedicto XVI manifestó su agradecimiento a Dios por la confianza en él depositada y a todos los fieles por la solidaridad espiritual.
Al iniciar su discurso afirmó que “a las intensas emociones vividas en ocasión de la muerte de mi venerable predecesor Juan Pablo II, y después durante el Cónclave, y sobre todo en su conjunto, se asoman una íntima necesidad de silencio y dos sentimientos entre ellos complementarios: un vivo deseo de corazón de agradecer y un sentimiento de humana impotencia delante a la alta tarea que me espera”.
El Papa continuó diciendo que “siento, en primer lugar, el deber de dar gracias a Dios, que me ha querido, no obstante mi humana fragilidad, cual Sucesor del apóstol Pedro, y me ha confiado la tarea de gobernar y guiar la Iglesia, para que sea en el mundo sacramento de unidad para todo el género humano”.