Beatifican al “samurái de Cristo” en Japón

Beatifican al “samurái de Cristo” en Japón
Ceremonia de beatificación de Justo Takayama Ukon / Captura de YouTube

Este martes 7 de febrero fue beatificado en Osaka (Japón), Justo Takayama Ukon, un samurái del siglo XVI que prefirió renunciar a sus bienes, vivir en la pobreza y morir en el exilio antes que renunciar a su fe católica.

Takayama nació en 1552, tres años después que el misionero jesuita San Francisco Javier llevara el cristianismo a Japón. Su familia, que era noble, ayudaba en las actividades misioneras en Japón y eran protectores de cristianos y misioneros jesuitas.

En 1587, cuando se había iniciado la persecución contra la Iglesia en su país, Takayama y su padre abandonaron sus tierras y honores para no luchar contra sus hermanos y mantener la fe.

Luego, cuando el shogun Tokugawa prohibió definitivamente el cristianismo en 1614, Takayama fue al exilio y lideró un grupo de 300 católicos japoneses que partieron a las Filipinas. El ahora beato murió el 4 de febrero, después de haber sido debilitado por la persecución en Japón.

La ceremonia de beatificación de este martes, se realizó en el estadio Osaka-jo Hall y fue transmitida por la televisión japonesa. Tuvo una duración de tres horas y contó con más de 10 mil asistentes.

Fue presidida por el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Cardenal Angelo Amato, en representación del Papa Francisco.

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Durante su homilía, el Cardenal Amato dijo que la Iglesia de Japón había sido bendecida con el espléndido testimonio de muchos mártires y que Justo Takayama Ukon era "un espléndido testimonio de Cristo para toda la Iglesia".

"Estaba fascinado con Jesucristo, con su trabajo de caridad y su sacrificio para la redención. Esta convicción lo transformó en un promotor de la evangelización en Japón. Fue un auténtico testigo y guerrero de Cristo, no con armas sino con su ejemplo y su palabra. Perdió todos sus privilegios y prefirió una vida pobre", dijo el Cardenal.

El Purpurado recordó que Takayama era un samurái de alto rango de la nobleza de Japón que participó en varias batallas y, que además, era reconocido por el Canciller del país, Toyotomi Hideyoshi, antes de que este último iniciara la persecución contra los cristianos.

"Fundó diferentes comunidades cristianas y seminarios en Azuchi y ‎Takatsuki para la formación de misioneros y catequistas. Su trabajo fue muy arriesgado", dijo el Cardenal Amato sobre el nuevo Beato.

También recordó que, después de su llegada a las Filipinas, Takayama "supo que el Señor lo había preparado para el martirio, no de sangre, pero sí de una lenta y prolongada muerte con muchos sufrimientos".

"Justo no consideró el Evangelio como algo separado de la cultura de Japón. Siempre estuvo centrado el Evangelio. Fue cercano a los sacramentos, la oración en silencio y con los misioneros", añadió.

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Finalmente, el Cardenal Angelo Amato aseguró que "la beatificación de Justus es una semilla evangélica que la Providencia esparció en Japón y en el mundo".

"El ejemplo de nuestro beato nos impulsa a todos nosotros a una vida de fe y fidelidad al Evangelio de Jesucristo", concluyó.

El cristianismo llegó a Japón en 1549 y fue introducido por el misionero jesuita San Francisco Javier. Por décadas la fe católica hizo incursiones dramáticas antes de caer bajo la persecución oficial a fines de los siglos XVI y XVII, que obligó a los cristianos a permanecer en la clandestinidad.

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