Segundo Alonso tenía dos hermanos dominicos misioneros y una hermana dominica de clausura. Tuvo doce hijos, fue carpintero y también trabajó en las minas. Antes de morir, durante los días que estuvo encerrado, animó a quienes se encontraban con él a hacer un "sincero acto de contrición" ya que sabía que su muerte podía estar cercana.
Isidro Fernández era minero y padre de 7 hijos, tres de los cuales serían religiosos. Según precisan desde la diócesis de Oviedo, Isidro declaró antes de morir: "Siempre nos han acusado de ser unos rezadores y unos carcas; por lo que se ve el único delito de que nos acusan es ser católicos y esto es un honor para nosotros. Delitos no tenemos ninguno, por lo tanto, nada nos pueden hacer. Dios sabe por qué nos tiene aquí y en sus manos estamos; si Él lo permite, por algo será".
"Que dos laicos padres de familia hayan antepuesto su fidelidad a Cristo a todo lo demás, e incluso hasta su propia vida es un motivo de acción de gracias a Dios que sigue regalándonos gente que son verdaderos testigos, que es lo que significa la palabra mártir. Testigos que nos señalan el camino de la fidelidad total que es posible", declaró el P. Soler a ACI Prensa.
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