También destacó la fortaleza de esta religiosa que respondió "con valentía y con una mirada profética a las urgencias de momentos históricamente difíciles y complejos, para difundir con generosidad la semilla evangélica".
El Cardenal Becciu destacó que el testimonio de esta religiosa "puede ser un estímulo y un aliento precioso para la Iglesia, llamada también hoy a responder a la necesidad de esperanza que caracteriza nuestro mundo, encerrado en sí mismo y desprovisto de ideales apasionantes" porque su profundo amor por el Señor "se reflejaba en su amor por el prójimo, especialmente por el pobre, el enfermo y el abandonado".
"Uno de los rasgos característicos de su espiritualidad era la humildad. No presumía de su ascendencia aristocrática ni de sus dotes humanas, por el contrario, siempre se consideraba la última, la más pequeña de todos, la más pecadora ante Dios", afirmó.
La Beata María Emilia Riquelme también aceptó con humildad "las humillaciones que muchas veces le infligieron otras personas, especialmente cuando comenzó el proceso de fundación del Instituto", "su humildad siempre estuvo acompañada de dulzura y amabilidad, pero también de energía en la defensa de los derechos de sus hijas ante ciertas intrusiones injustas en la vida de la Congregación".