El Presidente de la Pontificia Academia para la Vida, Mons. Rino Fisichella, precisó que la niña de 9 años de edad sometida a un aborto en Brasil, necesitaba protección y cuidado, en lugar de ser convertida en un instrumento de la propaganda anti-vida.
En el artículo publicado en L'Osservatore Romano, el Arzobispo explica que "Carmen", nombre ficticio de la pequeña, "ha sido violentada repetidamente por el joven padrastro, quedó encinta de gemelos y no tendrá más una vida fácil. La herida es profunda porque la violencia del todo gratuita la ha destruido por dentro y difícilmente la permitirá en el futuro mirar a los otros con amor".
"Carmen debía ser en primer lugar defendida, abrazada, acariciada con dulzura para hacerla sentir que estábamos todos con ella, sin distinción alguna", dice luego el Prelado vaticano. El Arzobispo recuerda que "antes de pensar en la excomunión era necesario y urgente salvaguardar su vida inocente y llevarla a un nivel de humanidad del cual nosotros los hombres de Iglesia deberíamos ser expertos anunciadores y maestros".