Uno de los casos más emblemáticos en la aplicación de esta norma es la madre y esposa católica Asia Bibi.
En junio de 2009, Asia trabajaba como obrera en Sheikhupura, cerca de Lahore, Pakistán. En una ocasión le pidieron que buscara agua potable para sus compañeras. Algunas de las trabajadoras –todas musulmanas– se negaron a beber el agua por considerarla "impura" debido a que fue provista por una cristiana.
Un día más tarde, Asia fue atacada por una turba y llevada a una comisaría "por su seguridad", donde fue acusada de blasfemia contra Mahoma.
Desde su detención denunció ser perseguida en razón de su fe y negó haber proferido insulto alguno contra el Islam.