Según explicó a ACI Prensa la presencia del sacerdote en el hospital siempre es importante, pero en un momento tan delicado como el actual, lo es aún más. "La gente está tensa, los familiares, los afectados, los sanitarios… Pero cuando ven un capellán paseando por el hospital siendo que su tensión disminuye un poco. Ven que no están solos, que los sacerdotes, a pesar de la situación no nos hemos ido".
"Me encontré con unos familiares de un enfermo que estaban llorando. Me pararon y me dijeron que estaban sorprendidos, que no sabían que había un sacerdote en el hospital y me pidieron que fuera a darle la unción de enfermos a su familiar", recuerda el P. Kabasha.
Para acercarse a los infectados los capellanes se visten igual que los médicos y toman las mismas precauciones que los sanitarios para evitar el contagio. "Vamos con bata, mascarilla, dobles guantes, gafas y patucos. Igual que los médicos. Para la unción de enfermos, llevamos el óleo santo individualizado en una bolsa de plástico que después se deposita antes de salir en la basura de la habitación del enfermo que será quemada", aseguró.
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