Arzobispo explica el absurdo de seguir discutiendo si Religión debe estar en la escuela

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"¿Hasta cuándo, Señor?", se pregunta el Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela, Mons. Fernando Sebastián Aguilar, lamentando que después de tres décadas de democracia en España se discuta aún si la Religión debe estar o no en la escuela pública. Se trata de un "asunto que cualquier país democrático y serio tendría que tener resuelto", afirma el Prelado.

En su última carta "¿Hasta cuándo Señor", el Obispo denuncia que con la nueva ley educativa se relegue las clases de Religión a "casi como un residuo decorativo" y expresa su pesar al "comprobar que después de 30 años de democracia estemos todavía con esta discusión de ‘religión, sí - religión, no’, cuando es un asunto que cualquier país democrático y serio tendría que tener resuelto sin molestias ni malestar de nadie".

Al explicar el absurdo de la continuidad de esta discusión, el Prelado recuerda que "los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos" y que "la intervención del Estado en la educación, sobre todo en los años de la educación básica, entra de manera subsidiaria, y debe ser concebida como servicio y ayuda a la familia, por lo cual tiene que responder escrupulosamente al deseo de los padres y a las características culturales y espirituales de la población"

Asimismo, defiende que el sistema educativo atienda por igual los deseos y derechos de católicos y no católicos, enfatizando que "tiene que estar al servicio de la sociedad tal como es y no al servicio de ningún partido, de ninguna ideología, ni de ningún proyecto de reeducación social hecho autoritariamente desde el poder".

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Para el Arzobispo, "los planteamientos que hacen algunos católicos de izquierdas, aparentemente muy puros y muy evangélicos, esconden un cierto anacronismo y una visión un poco confusa de las cosas".

"En un Estado democrático y no confesional -aclara el Prelado- las relaciones con los temas religiosos no se configuran primariamente como relaciones del Estado con la Iglesia, sino como la actuación de las instituciones políticas ante el derecho de los ciudadanos a practicar la religión según su propia conciencia".

Para el Arzobispo "la no confesionalidad no puede consistir en el desconocimiento de la dimensión religiosa de los ciudadanos por parte del Estado. Esa manera de entender las cosas lleva fácilmente a una cierta violencia espiritual y cultural" y aclara que "es la libertad de los ciudadanos y no los proyectos de los partidos o de los gobiernos quienes deciden qué importancia tiene en la vida social la religión en general y cada una de las diferentes religiones o confesiones".

Finalmente, Mons. Sebastián resalta que el religioso, "no es un tema de sacristía, sino de ordenamiento democrático de la sociedad, una cuestión de toda política que quiera estar de verdad al servicio de las personas y de la sociedad real. Por eso está muy bien que los partidos nos digan a tiempo qué piensan hacer con las clases de religión, sin eufemismos ni ambigüedades".

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