Arzobispo denuncia postura que considera "producto" a hijos

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El Arzobispo de La Plata (Argentina), Mons. Héctor Aguer, analizó la revolución sexual de los años ‘60s y explicó que una de sus lamentables consecuencias ha sido hacer creer a los padres que los hijos ya no son fruto del amor sino un "producto".

En su habitual programa semanal televisivo Claves para un Mundo Mejor, el Prelado explicó que la revolución sexual promovió la idea de "sexo sí, hijos no", que rápidamente se hizo "pauta de conducta" en las personas.

"Puede parecer grotesco, pero es la realidad, ya que una de las consecuencias vislumbradas por el Magisterio de la Iglesia, sobre todo por la Encíclica Humanae Vitae de Pablo VI, fue el problema demográfico desatado en muchos países del mundo, en los que se invirtió la pirámide de la población".

Así también, el Arzobispo aseguró que en la década de los 90 se inició otra etapa con la aparición de las técnicas de procreación artificial. Se hace "un procedimiento artificial producido mediante una manipulación de las fuentes de la vida. No se repara en la cantidad de embriones que se pierden para que uno prospere y nazca".

Mons. Aguer mencionó una alarmante estadística reciente cuyos resultados indican que en Europa, 9 de cada 10 embriones son eliminados para que nazca un niño a través de las técnicas de procreación artificial. Otro factor negativo es la crío-conservación (congelamiento) de los embriones sobrantes, utilizados como objetos biológicos.

"Se dejan ‘niñitos’ en el congelador. En el mejor de los casos, se los reserva para otra oportunidad. En muchos países no se sabe qué hacer con ellos y ya se han suscitado serios problemas jurídicos", denunció.

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Además de la idea de "sexo sí, pero hijos no", el Arzobispo dijo que ha nacido otra idea que va hacia el otro extremo: "hijos sí, pero sin sexo", que desvirtúa el don natural de la procreación como fruto del amor que se vive en el matrimonio.

Esta desvirtuación, dijo Mons. Aguer lleva a "bancos de óvulos y de esperma a los que se recurre en casos de fecundación heteróloga (cuando ya no se trata de gametos de marido y mujer) y de parejas homosexuales que aspiran a ‘fabricar’ hijos; alquiler de vientres y la posibilidad de elegir a gusto las características del hijo".

"Lo que la Iglesia mira y defiende siempre es la dignidad del ser humano, que comienza por el modo de ser concebido según el orden natural", expresó.

Finalmente el Arzobispo exhortó a considerar con respeto "la aspiración de un matrimonio a tener un hijo, pero cuanto está en juego la sacralidad de la vida humana y la dignidad de su transmisión hay que pensar con la cabeza y poner en juego el sentido común".

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