Arzobispado rechaza discriminación contra mexicanos por epidemia de influenza

El Arzobispado de México deploró "la indignante e injustificada discriminación que han padecido muchos mexicanos en el extranjero, por parte de países y personas que siempre se han considerado como hermanos de nuestra patria" en el contexto de la epidemia de influenza que azota al país.

El Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México publicó un comunicado en el que el Arzobispado considera las actitudes negativas hacia los mexicanos como "poco humanas, menos aun cristianas, y sobre todo violatorias de los derechos humanos y, en la mayor parte de los casos, producto de la ignorancia, del prejuicio y del racismo".

El texto recuerda que "los virus no tienen nacionalidad y lo mismos pueden crear epidemias aquí que allá, por ello, México, en estos momentos, está librando con grandes sacrificios -que han arrojado alentadores resultados- una batalla que no sólo beneficia a los mexicanos sino a toda la humanidad, lo que amerita voces de reconocimiento, agradecimiento y el aplauso global, lejos de adoptar políticas excluyentes y abiertamente discriminatorias e hirientes".

"Actitudes como la del gobierno chino, que actúa con hipocresía enviando por un lado recursos y por otro aísla injustificadamente a decenas de mexicanos y extranjeros por la simple sospecha de estar enfermos, sólo confirman las constantes denuncias internacionales en el sentido de que en China es uno de los países que a nivel internacional se distingue por la consecutiva violación de los derechos humanos, entre otros la persecución sistemática de los católicos y su jerarquía, actuando así con el más abierto despecho de la comunidad internacional", agrega el texto.

También considera dolorosas "las actitudes asumidas por Cuba, Argentina, Ecuador y otros países latinoamericanos a los que innumerables veces México de manera humanitaria y desinteresada les ha tendido fraternalmente la mano en tiempos de adversidad".

Sin embargo, precisa que "lo más doloroso y reprobable, en donde no puede haber justificación alguna, es la discriminación que muchos ciudadanos han padecido en su propia patria –producto de la ignorancia-, lo que constituye una lamentable falta de humanidad y solidaridad y por supuesto, una flagrante violación a las garantías individuales de todos los mexicanos".

"En todo momento, la Iglesia llama a la responsabilidad y la solidaridad, a no perder de vista que más allá de las fronteras existe una sola familia que se llama humanidad, en la que nos debemos ver y ayudar como lo que somos: hermanos", concluye.