Arquidiócesis ecuatoriana rechaza uniones homosexuales y explica implicancias

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El Vicario de la Pastoral Familiar de la Arquidiócesis de Guayaquil, P. Alfonso Avilés, repudió la reciente decisión de algunas notarías en Quito de "legalizar" algunos uniones homosexuales equiparándolas al matrimonio y explicó que "no hay discriminación cuando no se le da a una persona los derechos que no le corresponden".

En una carta de protesta dada a conocer hoy, el sacerdote señaló que la "Constitución de Montecristi era el ‘caballo de Troya’ a través del cual se infiltraron en Ecuador las ideologías amorales que imperan en el mundo actual. Cuando la Iglesia dio su voz de alarma, el Gobierno dijo todo era cuestión de interpretaciones y que garantizaba que en este país jamás se permitiría la corrupción de costumbres".

Tras citar un texto de la Congregación para la Doctrina de la Fe que explica por qué no son correctas las uniones homosexuales, el sacerdote resalta que "dos homosexuales tienen los derechos de todo ciudadano, no en cuanto homosexuales, sino en cuanto son ciudadanos".

"Dos homosexuales pueden comprar una casa, como pueden hacerlo un hermano y una hermana, o dos hermanos, o dos amigos, acudiendo al marco jurídico del Derecho Civil, sin que sea necesario crear una ley especial para ellos. ¿Qué tiene el homosexual por encima del heterosexual para pretender normativas para ellos por el simple hecho de ser homosexuales? Que se acojan al Derecho civil, y punto", continúa.

Para el presbítero, lo que se busca en el fondo con este tipo de medidas legales es "lograr la aceptación de la cultura homosexual; la corrupción de las mentes, sobre todo de las nuevas generaciones; y la destrucción de la familia como obra de Dios".

Reiterando que no existe la discriminación a la que aluden los grupos de presión homosexual, el P. Avilés pone un ejemplo: "una persona joven no tiene por qué sentirse discriminada si se le niega la pensión de la tercera edad". Entonces, señala, "el matrimonio corresponde por derecho natural, por disposición divina, a un hombre y a una mujer. Por tanto, no hay discriminación de nada".

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En segundo lugar, prosigue, "una minoría no merece el respeto por ser una minoría, sino porque sea justa su reivindicación. Y lo que pide esa minoría –equiparar la unión homosexual al matrimonio no es justo, pues ni tienen los mismos fines (procreación), ni tienen los mismos componentes (hombre y mujer)".

Tras reiterar el rechazo de estas uniones por parte de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, el Vicario Pastoral cuestiona: "¿Tendrá el Gobierno la valentía para rechazar la legalización de las uniones homosexuales y cumplir la palabra que dio a todo el País de defender las buenas costumbres, e impedir que la minoría gay sea la que marque el paso de la política del Ecuador?"

"Si el Gobierno no sale al paso de estos hechos, oponiéndose, no puede negar que están contribuyendo a la ‘sodomización’ y ‘gomorrización’ del País, por muy ‘católicos’ que se proclamen", concluye.

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