Alberto Iribarne, designado por el Gobierno de Cristina Kirchner como embajador ante la Santa Sede, renunciaría a este nombramiento para así salir del impasse que generó con el Vaticano su condición de divorciado vuelto a casar, una "irregularidad canónica" que impide sea aceptado en el cargo diplomático.
Fuentes citadas por el diario Clarín informaron que Iribarne tomó esta decisión para no complicar las relaciones con la Santa Sede.
Como se recuerda, el Vaticano no dio el visto el bueno al nombramiento del ex ministro de justicia como representante del Estado argentino.