En este sentido, estima que "no sólo yerra en sus declaraciones sino que es entendible que el colectivo pueda sentirse ofendido, dado que equiparar, como hace, una enfermedad como la hipertensión con la homosexualidad supone señalarlos como enfermos con las evidentes connotaciones negativas y de estigmatización que tendría dicha afirmación"; además, añade que esto puede causar un "lógico desasosiego" a los homosexuales que profesen la fe católica.
Sin embargo, "que en sus manifestaciones el denunciado incurra en error y pueda causar ofensa no le hace automáticamente responsable de delito", apuntando que no se ve que la pretensión fuera dar una información o "certeza científica", sino opinión. Así, considera que las expresiones están amparadas por el derecho a la libertad de expresión "por carecer de la gravedad o intencionalidad necesarias para entender lesionado el derecho al honor".
Además, recuerda que el Cardenal Sebastián utiliza palabras como "respeto, acogida y afecto" y expresiones como "con todos los respetos" o "esto no puede ser ultraje para nadie", de lo que "se desprende que por muy desafortunadas que sean las palabras emitidas ni se tenía intención de que las mismas podrían resultar ofensivas para el colectivo afectado ni, en ningún caso, había ánimo de ofender al prójimo".
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