A los 28 años de edad, Simone Strozzi tenía una auspiciosa carrera como árbitro de la Serie A de baloncesto italiano, la más competitiva del país. Sin embargo, su verdadera pasión está fuera de las canchas y luego de una larga espera podrá perseguirla: dejó el deporte para ser sacerdote misionero.
Strozzi dirigió su último partido el pasado domingo, cuando se enfrentaron Metis Varese y Pompea Nápoles. Al final del encuentro, los jugadores de ambos equipos le regalaron el balón firmado por todos. "Fue una bella sorpresa", expresó.
"Deseo poner mi vida en manos de Jesucristo. Este es el proyecto que tenía para mí", declaró Strozzi, que desde el año 2001 trabajaba en la Serie A y ahora ingresará a la congregación San Francisco Javier para comenzar su formación misionera.