Al presidir esta mañana una Eucaristía en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico con los miembros de la Pontificia Comisión Bíblica, el Papa Benedicto XVI destacó la importancia del anuncio de la vida eterna en medio de un mundo que ataca a la Iglesia y le recuerda "sus pecados". Ante estos es necesaria la penitencia, es decir, "reconocer lo que está equivocado en nuestra vida. Abrirse al perdón, prepararse al perdón, dejarse transformar".
En su homilía el Santo Padre recordó que "hay que obedecer a Dios en lugar que a los hombres. Por lo que esta obediencia le da a Pedro la libertad de oponerse a la suprema institución religiosa. Así como, Sócrates ante el Tribunal de Atenas, que le ofrece la libertad, a condición de no volver a buscar a Dios. No debe obedecer a estos jueces, comprar su vida perdiéndose a sí mismo, sino debe obedecer a Dios. En los tiempos modernos se ha teorizado la liberación del hombre, también de la obediencia a Dios: el hombre sería libre y autónomo y nada más".
La nota de Radio Vaticano informa que en su homilía Benedicto XVI indicó que "esta autonomía es una mentira. Una mentira ontológica, porque el hombre no existe por sí mismo y para sí mismo. Es una mentira política y práctica, porque la colaboración y el compartir libertades es necesario y si Dios no existe, si Dios no es una instancia accesible al hombre, queda como suprema instancia sólo el consenso de la mayoría. Luego, el consenso de la mayoría se vuelve la última palabra a la cual debemos obedecer y este consenso –lo sabemos por la historia del siglo pasado– puede ser también un consenso en el mal. Así vemos que la denominada autonomía no libera al hombre".