El 11 de marzo de 2011, el este de Japón sufrió durante seis minutos un terremoto de magnitud 9. Un tsunami con olas de más de 40 metros siguió al sismo. Cerca de 16 mil personas fallecieron y más de 2 mil resultaron desaparecidos, mientras que los daños materiales ascendieron a varias decenas de miles de millones de dólares.
El tsunami también provocó el colapso de la planta nuclear de Fukushima, que liberó material radioactivo al Océano Pacífico en lo que se considera el desastre nuclear más grave a nivel mundial desde el de Chernobyl en 1986.
Cinco años después de la tragedia, y con una reconstrucción aún incompleta, una comunidad de religiosas católicas siembra esperanza en Fukushima.