Por otro lado, los sacristanes dijeron al SIAME que lo más satisfactorio de ese oficio es "el trato con la gente. Por lo general, es muy respetuoso y enriquecedor. Conoce uno a toda clase de personas, hace buenas amistades, aprende".
El servicio de sacristán es una oportunidad de "crecimiento espiritual. Que no solo me beneficia a mí, sino que me ha ayudado mucho en la relación con mi familia, amigos y conocidos".
Uno de los sacristanes comenta que, "a pesar de mis defectos, Dios me haya llamado a servirlo. Me siento muy agradecido. Y no considero que la mía sea simplemente una 'chamba', si así fuera, ya hubiera renunciado".
"Para mí es un apostolado, un servicio a Dios y a mis hermanos", resalta.