El vientre de alquiler es un negocio a la alza, una industria muy poco regulada donde los médicos ilegales, políticos sobornados, abortos forzados y batallas legales por la custodia de los bebés son algo habitual.
Aunque el tráfico infantil de niños gestados por vientre de alquiler se está intentado parar, países como México se han encontrado con muchas dificultades para lograrlo porque el negocio se ha asentado en los barrios más pobres de las periferias, donde reina el 'boca oído' y donde todo el mundo calla.
La localidad de Tabasco es famosa por ser 'la fábrica de bebés extranjeros', dinero fácil para las mujeres y bebés capricho para extranjeros de todo el mundo. De esto saben muy bien las hermanas Hernández, mexicanas de nacimiento y, de profesión, alquiladoras de su vientre. Su vida gira en torno a la puesta a disposición de sus cuerpos para, nueves meses después y una cantidad de dinero mediante, entregar a los bebés a parejas homosexuales europeas.