Durante 10 años, al menos un día a la semana, Karen Swallow se dedicó a ayudar a madres en riesgo de aborto. Calcula que vio a unas 2.500 mujeres entrar en el abortorio. Una de ellas, a la que ayudó, quiso enviarle un mensaje de agradecimiento 20 años después.
Una vida fructífera necesita de paciencia y confianza. Lo saben bien los agricultores que trabajan por sus cosechas, pero también los padres respecto de la crianza de sus hijos. En ocasiones, uno nunca sabe cuándo va a recoger el fruto más preciado.
Algo así le ha sucedido a Karen Swallow, que durante 10 años, sin fallar a su cita, acudía un día por semana a las puertas de un negocio abortista para ayudar a las mujeres que acudían con la idea de terminar con la vida de sus hijos antes de nacer.