El Papa a la Acción Católica: el regalo más grade que pueden hacer es la santidad

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Predicando desde la “espléndida llanura de Montorso”,donde se encontró con la Acción Católica para beatificar a tres Siervos de Dios, el Papa Juan Pablo II llamó a los jóvenes laicos de Italia y el Mundo a seguir con valor la Cruz del Señor Jesús en medio del mundo.

Reflexionando sobre el Evangelio del domingo, el Papa Juan Pablo II  recordó que “llevar la Cruz siguiendo a Jesús significa estar dispuestos a cualquier sacrificio por su amor”.  “Vosotros lo sabéis –agregó-  unirse a Cristo es una elección exigente. No por casualidad Jesús habla de ‘Cruz’. Pero Él precisa: ‘detrás de mí’. Es ésta a gran palabra: no estamos solos en el llevar la cruz. Delante de nosotros camina Él, abriéndonos el camino con la luz de su ejemplo y con la fuerza de su amor”.

 “La cruz aceptada con amor genera libertad”, dijo además el Santo Padre,  al recordar que “no hay amor más grande que el de la cruz; no hay libertad más verdadera que a del amor; no hay fraternidad más plena que la que nace de la cruz de Jesús”.

Los nuevos beatos

Hablando luego de los tres nuevos beatos, ligados todos a la historia de la Acción Católica, el Papa señaló que Pedro Tarrés i Claret, primero médico y después sacerdote, se dedicó al apostolado laical entre los jóvenes de Acción Católica de Barcelona, de los cuales, en lo sucesivo, fue asistente. En el ejercicio de la profesión médica se entregó con especial solicitud a los enfermos más pobres, convencido de que “el enfermo es símbolo de Cristo sufriente”.

Hecho sacerdote, se consagró con generosa intrepidez a las tareas del ministerio, permaneciendo fiel al compromiso asumido en vísperas de la Ordenación: ‘Un solo propósito, Señor: sacerdote santo, cueste lo que cueste’. Aceptó con fe y heroica paciencia una atroz enfermedad, que lo llevó a la muerte con sólo 45 años. A pesar del sufrimiento repetía frecuentemente: ‘¡Cuán bueno es el Señor conmigo! Y yo soy verdaderamente feliz’”.

Más en Vaticano

Alberto Marvelli, fue, en palabras del Pontífice “un joven fuerte y libre, generoso hijo de la iglesia de Rimini y de la Acción Católica, que concibió toda su breve vida de apenas 28 años como un don del amor de Jesús por el bien de los hermanos.

“Alberto –continuó- había hecho de la Eucaristía diaria el centro de su vida. En la oración buscaba inspiración incluso para el compromiso político, convencido de la necesidad de vivir plenamente como hijos de Dios en la historia, para hacer de ésta una historia de salvación”.

De la Beata Pina Suriano, el Papa señaló que  “amó a Jesús con un amor ardiente y fiel al punto de poder escribir con toda sinceridad: ‘no hago más que vivir de Jesús’. A Jesús le hablaba con el corazón de esposa: ‘Jesús, hazme siempre más tuya. Jesús, quiero vivir y morir contigo y por ti”

“Fue miembro desde joven a la Juventud Femenina de la Acción Católica, de la cual fue luego dirigente parroquial, encontrando en la Asociación importantes estímulos de crecimiento humano y cultural en un clima intenso de amistad fraterna”.

Juan Pablo señaló: “¡Hermanas y Hermanos, amigos de la Acción Católica, reunidos en Loreto desde Italia, España y de tantas partes del mundo! Hoy el Señor, a través del evento de la beatificación de estos tres Siervos de Dios, os dice: el don más grande que podéis hacer a la Iglesia y al mundo es la santidad”.

¡Ánimo Acción Católica! ¡Que el Señor guíe tu camino de renovación!”, concluyó.

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