El Arzobispo de La Plata (Argentina), Mons. Héctor Aguer, invitó a los argentinos a cultivar la esperanza cristiana para afrontar “las dificultades concretas de la vida temporal con otro ánimo, con otro espíritu” y trabajar por un país mejor.

Durante el programa Claves para un Mundo Mejor del sábado pasado, el Prelado destacó los buenos deseos y las ilusiones que se forman cada persona con la llegada de un nuevo año y que nace de la esperanza que “puede ser entendida en un sentido muy humano, natural, inmediato”.

“Pero es bueno recordar que en sentido propiamente cristiano, la esperanza es una virtud teologal. Quiere decir que es un don de Dios, que tiene que ver con la gracia, lo mismo que la fe y la caridad. Es una gracia que Dios nos comunica y tiene como objeto la vida eterna”, explicó.

Mons. Aguer recordó que en su Suma Teológica San Agustín enseñó que el objeto de nuestra esperanza es Dios. “Sí la esperanza cristiana es este don de Dios, una gracia que nos pone de algún modo en el nivel de Dios para desear la vida eterna y para poder encomendarnos a ella”, afirmó el Prelado.

“Dios que nos creó sin nosotros no nos salvará sin nosotros, y además de esperar la salvación es fundamental nuestro empeño, es decir nuestra búsqueda y obediencia a la voluntad de Dios; así también en el orden colectivo, cuando esperamos una Argentina mejor, una Argentina posible y futura mejor, debemos comprometer nuestra decisión y cada uno hacer su parte en la obra común”, añadió.

El Arzobispo de La Plata dijo que cada argentino debe colaborar haciendo “mejor lo que tiene que hacer”. “Aquellos que tienen responsabilidades mayores tendrán que esmerarse más en hacer mejor las cosas que son propias de su cargo y sobre todo superar los intereses privados, individuales, de grupo, de sector, para trascender al gran interés nacional”, afirmó.

En el caso de los católicos, indicó, “nos ayuda la gracia cristiana de la esperanza, que nos anima a emprender todo aquello corresponda a nuestra vocación, a nuestra responsabilidad, a nuestro papel en la sociedad, como para que las cosas nos vayan mejor”.

“De paso, también recordemos que la oración es la que interpreta nuestra esperanza. Entonces aquello que sea objeto legítimo de esperanza, tenemos que hacerlo objeto de nuestra oración. Es decir, tenemos que rezar también para que nos vaya mejor. Para que nosotros, obedientes a la voluntad de Dios, podamos ser mejores”, finalizó.