- ¿Se ha sentido solo ante este acoso mediático que ha tenido que soportar estos días?
- Cuando se cree en Jesucristo y en la maternidad de la Iglesia uno no está nunca solo. He recibido el apoyo de obispos, sacerdotes, religiosos y fieles laicos de España y de muchas partes del mundo, así como de importantísimas instituciones eclesiales y civiles.
He recibido más de un millar de correos electrónicos, cartas, faxes, telegramas y llamadas telefónicas de personas que han querido mostrarme su cercanía espiritual afirmando su adhesión al Magisterio de la Iglesia y asegurándome sus oraciones por mi persona y ministerio.
Tengo que agradecer también el apoyo a multitud de medios de comunicación (prensa, radio, televisión e Internet) de España y del extranjero. En particular quiero referirme a un medio local de Alcalá de Henares que ha escrito un editorial con evidente objetividad y buena voluntad: lo agradezco de corazón.
- Desde algunos ámbitos le han acusado de "homofobia" por sus palabras sobre la homosexualidad en la homilía del Viernes Santo, ¿qué tiene que decir al respecto?
- La precisión terminológica es aquí, como en todo, muy importante. El diccionario de la Real Academia Española (RAE) de la Lengua define la homofobia como "aversión obsesiva hacia las personas homosexuales": nada más lejos del Magisterio de la Iglesia y de mi voluntad. Como ya he recordado la Iglesia enseña que las personas con AMS deben ser acogidas "con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta".
Más aún, la Iglesia acoge a todos los que, en esta situación, se acercan solicitando ayuda. Otra cosa bien distinta es la inclinación propiamente dicha (objetivamente desordenada) y los actos homosexuales (intrínsecamente desordenados). Algunos juegan a confundir conceptos, de modo que acusan, ilícita e ilegalmente, de homofobia a quienes afirmamos el desorden de dicha inclinación y de dichos actos; es una cuestión de estrategia: confundir conceptos para confundir a la opinión pública.
En mi homilía, poniendo ejemplos de pecados concretos, hablé de las infidelidades conyugales, del aborto procurado, de los empresarios y trabajadores que cometen injusticias, de los sacerdotes que se corrompen, de los jóvenes que consumen drogas y de las personas con AMS que, a veces, se corrompen y se prostituyen, o van a clubs de hombres. Deducir de ello que incitaba al odio hacia los matrimonios, las mujeres y los médicos, los sacerdotes, los empresarios y los trabajadores, los jóvenes y las personas con AMS es simplemente, por ser parco, una colosal manipulación; al contrario, anuncié que hay esperanza, que Dios nos ama a todos, que Cristo ha muerto por nuestros pecados llamándonos a conversión, y que nadie queda fuera de su Divina Misericordia.
- Finalmente, don Juan Antonio, ¿qué les diría a quienes han manipulado y tergiversado sus palabras, y a quienes le han amenazado de muerte, le han llamado imbécil o piden que sea encarcelado o expulsado del país?
- Simplemente les diría que les quiero y les perdono. Los insultos y amenazas me ayudan a ser humilde. Como dijo un gran obispo torturado en la cárcel, los hombres para mí se dividen en dos grupos: los que son mis hermanos y los que todavía no saben que lo son.
Si me permite, por último quiero decir que considero que, en España, es muy importante mantener abierto un serio debate sobre estos temas, aportando los argumentos de la teología, de la antropología cristiana y de todas las ciencias humanas que faciliten más y mejor la propuesta del Magisterio de la Iglesia. El corazón humano es nuestro principal aliado y ese corazón espera el anuncio de la verdad y de la esperanza.