Al respecto, el Dr. Ráez precisa que "la Iglesia Católica siempre ha sido clara que no se debe forzar con medios extraordinarios la prolongacion artificial de la vida, pero estos medios se definen de acuerdo a la persona y las circunstancias. Por ejemplo un transplante de corazón en un paciente anciano (más de 85 años) es probablemente un procedimiento extraordinario e innecesario, pero en este caso es una niña que solo tiene 13 años. Ciertamente hay duda que su expectativa de vida no sean otros 70 años pero solo Dios sabe cuántos serán".
Asimismo, Ráez precisa que "las cirugías de corazón son procedimientos que se hacen todos los días en todos los países del mundo por lo cual no siempre son necesariamente procedimientos extraordinarios".
Para el experto, el otro aspecto importante con el caso de Hannah "es el precedente ya que las leyes británicas y europeas se influencian muchísimo en esta forma de legislación. En los países de habla inglesa este caso crea un precente peligrosísismo que puede ser usado para promover legalmente la eutanasia si se empieza a dejar que los niños opinen sin tener los criterios adecuados acerca del tema, especialmente cuando están enfermos".
En opinión del experto en oncología y bioética, de repente "la niña, debido a su corta edad y al sufrimiento que ha tenido por la larga enfermedad, está perdiendo esperanza en vivir". Por ello, comenta, "los padres que son legalmente responsables de tomar cualquier decisión por ella están muy faltos de esperanza y fe y no quieren luchar más". "La dignidad de la persona humana es valiosísima aún en el lecho de sufrimiento y muerte porque el amor de Dios por nosotros no disminuye nunca ni cuando pasamos por las peores circunstancias", concluye.