9 de septiembre de 2006 / 11:44 AM
Tras su arribo y bienvenida en el aeropuerto de Munich, el Papa Benedicto XVI se dirigió a la Plaza de María de la ciudad bávara, en medio del entusiasmo de una gran multitud de fieles, donde explicó su especial predilección por la leyenda del oso de San Corbiniano que tomó para su escudo pontificio, y a los pies de la “Mariensäule” elevó una hermosa oración a la Virgen María.
En una tarde soleada y con viento, el Papamóvil se abría paso por las calles de la ciudad, llenas de fieles que aclamaban al Santo Padre con banderas de Bavaria y del Vaticano mientras cantaban ¡Benedetto! ¡Benedetto!.
En la emblemática plaza bávara, el Santo Padre saludó a los muniqueses, de quienes fuera años atrás su Arzobispo, asegurándoles que aún permanece con ellos, siendo para todos una “bestia de carga”, en alusión a la leyenda que lo marcó desde pequeño y que sigue siendo fuente de inspiración para su servicio eclesial.