Viernes 8 de noviembre

Evangelio según San Lucas, capítulo 16, versículos del 1 al 8

Parábola del administrador infiel.

1 Dijo también, dirigiéndose a sus discípulos: "Había un hombre rico, que tenía un mayordomo. Este le fue denunciado como que dilapidaba sus bienes. 2 Lo hizo venir y le dijo: "¿Qué es eso que oigo de ti? Da cuenta de tu administración, porque ya no puedes ser mayordomo". 3 Entonces el mayordomo se dijo dentro de sí mismo: "¿Qué voy a hacer, puesto que mi amo me quita la mayordomía? De cavar no soy capaz; mendigar me da vergüenza. 4 Yo sé lo que voy a hacer, para que, cuando sea destituido de la mayordomía, me reciban en sus casas". 5 Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?". 6 Y él contestó: "Cien barriles de aceite". Le dijo: "Aquí tienes tu vale; siéntate en seguida y escribe cincuenta". 7 Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?". Este le dijo: "Cien medidas de trigo". Le dijo: "Aquí tienes tu vale, escribe ochenta". 8 Y alabó el señor al inicuo mayordomo, porque había obrado sagazmente. Es que los hijos del siglo, en sus relaciones con los de su especie, son más listos que los hijos de la luz.

Comentario

6. El barril corresponde al bat hebreo = 36,4 litros.

7. Cien medidas hebreas son 364 hectólitros.

8. Los hijos de la luz son los hijos del reino de Dios. Jesús no alaba las malas prácticas del administrador, sino la habilidad en salvar su existencia. Como el administrador asegura su porvenir, así nosotros podemos "atesorar riquezas en el cielo" (Mat. 6, 20) y no hemos de ser menos previsores que él. Aun las "riquezas de iniquidad" han de ser utilizadas para tal fin. Es de notar que no se trata de un simple individuo sino de un mayordomo y que las liberalidades con que se salvó no fueron a costa de sus bienes propios sino a costa de su amo, que es rico y bueno. ¿No hay aquí una enseñanza también para los pastores, de predicar la bondad y la misericordia de Dios, que viene de su amor (Ef. 2, 4), guardándose de "colocar pesadas cargas sobre los hombros de los demás?". (Mat. 23, 4). Cf. Jer. 23, 33 - 40 y nota; Cat. Rom. III 2, 36; IV, 9, 7 ss.9. Enseñanza concordante con la de 11, 40.

9. Enseñanza concordante con la de 11, 40.

10. En lo muy poco: He aquí una promesa, llena de indecible suavidad, porque todos nos animamos a hacer lo muy poco, si es que queremos. Y Él promete que este poquísimo se convertirá en mucho, como diciendo: No le importa a mi Padre la cantidad de lo que hacéis, sino el espíritu con que obráis (cf. Prov. 4, 23). Si sabéis ser niños, y os contentáis con ser pequeños (cf. Mat. 18, 1 ss.), El se encargará de haceros gigantes, puesto que la santidad es un don de su Espíritu (I Tes. 4, 8 y nota). De aquí sacó Teresa de Lisieux su técnica de preferir y recomendar las virtudes pequeñas más que las "grandes" en las cuales fácilmente se infiltra, o la falaz presunción, como dice el Kempis, que luego falla como la de Pedro (Juan 13, 37 ss.), o la satisfacción venosa del amor propio, como en el fariseo que Jesús nos presenta (18, 9 ss.), cuya soberbia, notémoslo bien, no consistía en cosas temporales, riquezas o mando, sino en el orden espiritual, en pretender que poseía virtudes.


Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios