Octava de Pascua (Viernes 5 de abril)


Evangelio según San Juan, capítulo 21, versículos del 1 al 14

Aparición junto al mar de Tiberiades

1 Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a los discípulos a la orilla del mar de Tiberíades. He aquí cómo: 2 Simón Pedro, Tomás, llamado Dídimo; Natanael, el de Caná de Galilea; los hijos de Zebedeo, y otros dos discípulos, se encontraban juntos. 3 Simón Pedro les dijo: "Yo me voy a pescar". Le dijeron: "Vamos nosotros también contigo". Partieron, pues, y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. 4 Cuando ya venía la mañana Jesús estaba sobre la ribera, pero los discípulos no sabían que era Jesús. 5 Jesús les dijo: "Muchachos, ¿tenéis algo para comer?" Le respondieron: "No". 6 Díjoles entonces: "Echad la red al lado derecho de la barca, y encontraréis". La echaron, y ya no podían arrastrarla por la multitud de peces. 7 Entonces el discípulo, a quien Jesús amaba, dijo a Pedro: "¡Es el Señor!". Oyendo que era el Señor, Simón Pedro se ciñó la túnica - porque estaba desnudo - y se echó al mar. 8 Los otros discípulos vinieron en la barca, tirando de la red (llena) de peces, pues estaban sólo como a unos doscientos codos de la orilla. 9 Al bajar a tierra, vieron brasas puestas, y un pescado encima, y pan. 10 Jesús les dijo: "Traed de los peces que acabáis de pescar". 11 Entonces Simón Pedro subió (a la barca) y sacó a tierra la red, llena de ciento cincuenta y tres grandes peces; y a pesar de ser tantos, la red no se rompió. 12 Díjoles Jesús: "Venid, almorzad". Y ninguno de los discípulos osaba preguntarle: "¿Tú quién eres?" sabiendo que era el Señor. 13 Aproximóse Jesús y tomando el pan les dio, y lo mismo del pescado. 14 Esta fue la tercera vez que Jesús, resucitado de entre los muertos, se manifestó a sus discípulos.

Comentario

1. Por mandato del Señor, los apóstoles habían ido a Galilea. Véase Mat. 28, 7: "Luego, id pronto y decid a sus discípulos que resucitó de los muertos, y he aquí que os precederá en Galilea; allí lo veréis. Ya os lo he dicho"

9. Santo Tomás de Aquino opina que en esta comida, como en la del Cenáculo (Luc. 24, 41 - 43) y en la de Emaús (Luc. 24, 30), ha de verse la comida y bebidas nuevas que Jesús anunció en Mat. 26, 29 y Luc. 22, 16 - 18 y 29 - 30. Otros autores no comparten esta opinión, observando que en aquellas ocasiones el Señor resucitado no comió cordero ni bebió vino, sino que tomó pescado, pan y miel, y que, lejos de sentarse a la mesa en un banquete triunfante con sus discípulos, tuvo que seguir combatiéndoles la incredulidad con que dudaban de su Redención (cf. Luc. 24, 13; Hech., 1, 3).

 

Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios