Domingo 4 de agosto
Primera multiplicación de los panes.
13 Jesús, habiendo oído esto, se retiró de allí en barca, a un lugar desierto, a solas. Las muchedumbres, al saberlo, fueron a pie, de diversas ciudades, en su busca. 14 Y cuando desembarcó, vio un gran gentío; y teniendo compasión de ellos, les sanó a los enfermos. 15 Como venía la tarde, sus discípulos se llegaron a Él diciendo: "Este lugar es desierto, y la hora ya ha pasado. Despide, pues, a la gente, para que vaya a las aldeas a comprarse comida". 16 Mas Jesús les dijo: "No necesitan irse; dadles vosotros de comer". 17 Ellos le dijeron: "No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces". 18 Díjoles: "Traédmelos acá". 19 Y habiendo mandado que las gentes se acomodasen sobre la hierba, tomó los cinco panes y los dos peces, mirando al cielo los bendijo y, habiendo partido los panes, diólos a los discípulos y los discípulos a las gentes. 20 Y comieron todos y se saciaron y alzaron lo sobrante de los trozos, doce canastos llenos. 21 Y eran los que comieron cinco mil varones, sin contar mujeres y niños.
Comentario
19. Como Jesucristo, así también
nosotros hemos de bendecir la comida rezando y levantando el corazón
al Padre de quien procede todo bien. Véase Hech. 2, 46 y nota: "Todos
los días perseveraban unánimemente en el Templo, partían
el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez
de corazón". En el Templo: es decir en el templo judío
de Jerusalén. La ruptura con el culto antiguo no se realizó
hasta más tarde (cf. 5, 29 y nota; 15, 1 ss.; 16, 3; Filip. 3, 3; Hebr.
8, 4 y nota). Pero desde un principio los cristianos tenían la Eucaristía
o fracción del pan (v. 42) y el hogar era santuario, como se ve en
las palabras por las casas, pues también predicaban en ellas (5, 42)
y en ellas se reunían (Rom. 16, 5; Col. 4, 15). Tomaban el alimento
con alegría: Trazo que completa este admirable cuadro de santidad colectiva,
propia de los tiempos apostólicos y que no volvió más.
Sobre la santificación del alimento existe una preciosa oración,
sin duda muy antigua, hecha toda con textos de S. Pablo y que traducida dice
así: "Padre Santo, que todo lo provees con abundancia (I Tim.
6, 17) y santificas nuestro alimento con tu palabra (I Tim. 4, 5), bendícenos
junto con estos dones, para que los tomemos a gloria tuya (I Cor. 10, 31)
en Cristo y por Cristo y con Cristo, tu Hijo y Señor nuestro, que vive
contigo en la unidad del Espíritu Santo y cuyo reino no tendrá
fin. Amén". La acción de gracias, para después,
empieza diciendo: "Gracias, Padre, por todo el bien que de tu mano recibimos
(Sant. 1, 17)" y termina con el mismo final de la anterior: "en
Cristo, etc.", que parece inspirado en Ef. 5, 20, donde San Pablo enseña
que el agradecimiento por todas las cosas ha de darse siempre a Dios Padre
y en nombre de Nuestro Señor Jesucristo.
Estos comentarios
corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario
de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE
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