Miércoles 29 de mayo

Evangelio según San Marcos, capítulo 10, versículos del 32 al 45

Tercer anuncio de la pasión.

32 Iban de camino, subiendo a Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; y ellos se asombraban y lo seguían con miedo. Y tomando otra vez consigo a los Doce, se puso a decirles lo que le había de acontecer: 33 "He aquí que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte, y lo entregarán a los gentiles; 34 y lo escarnecerán, lo escupirán, lo azotarán y lo matarán, más tres días después resucitará".

La ambición de Santiago y Juan.

35 Acercáronsele Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dijeron: "Maestro, queremos que Tú hagas por nosotros cualquier cosa que te pidamos". 36 Él les dijo: "¿Qué queréis, pues, que haga por vosotros?" 37 Le respondieron: "Concédenos sentarnos, el uno a tu derecha, el otro a tu izquierda, en tu gloria". 38 Pero Jesús les dijo: "No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que Yo he de beber, o recibir el bautismo que Yo he de recibir?" 39 Le contestaron: "Podemos". Entonces, Jesús les dijo: "El cáliz que Yo he de beber, lo beberéis; y el bautismo que Yo he de recibir, lo recibiréis. 40 Mas en cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no es mío darlo sino a aquellos para quienes está preparado". 41 Cuando los otros diez oyeron esto, comenzaron a indignarse contra Santiago y Juan. 42 Entonces, Jesús los llamó y les dijo: "Como vosotros sabéis, los que aparecen como jefes de los pueblos, les hacen sentir su dominación; y los grandes, su poder. 43 Entre vosotros no debe ser así; al contrario, quien, entre vosotros, desea hacerse grande, hágase sirviente de los demás; 44 y quien desea ser el primero, ha de ser esclavo de todos. 45 Porque también el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos".

Comentario

35. Estos "hijos del trueno" (3, 17) recordaban los doce tronos (Mat. 19, 28) y pensaban como los que oyeron la parábola de las minas (Luc. 19, 11), como los del Domingo de Ramos (11, 10), como todos los apóstoles después de la Resurrección (Hech. 1, 6), que el Reino empezaría a llegar. Jesús no condena precisamente, como algunos han creído, esta gestión que su primos hermanos intentan por medio de su madre la buena Salomé (Mat. 20, 20) y que, si bien recuerda la ambición egoísta de Sancho por su ínsula, muestra al menos una fe y esperanza sin doblez. Pero alude una vez más a los muchos anuncios de su Pasión, que ellos, como Pedro (Mat. 16, 22), querían olvidar, y les reitera la gran lección de la humildad, refiriéndose de paso a arcanos del Reino que San Pablo habría de explayar más tarde en las Epístolas de la cautividad.

39. Ese bautismo a que Jesús alude no parece ser sino el martirio. Véase Luc. 12, 50. Ambos apóstoles lo padecieron (Hech. 12 y nota), si bien Juan salió ileso de su "bautismo" en aceite hirviendo. Cf. Juan 21, 22.

42. Véase Luc. 22, 25 - 27: "Pero El les dijo: "Los reyes de las naciones les hacen sentir su dominación, y los que ejercen sobre ellas el poder son llamados bienhechores. No así vosotros; sino que el mayor entre vosotros sea como el menor; y el que manda, como quien sirve. Pues ¿quién es mayor, el que está sentado a la mesa, o el que sirve? ¿No es acaso el que está sentado a la mesa? Sin embargo, Yo estoy entre vosotros como el sirviente".

45. Véase Luc. 22, 27 y nota: " Pues ¿quién es mayor, el que está sentado a la mesa, o el que sirve? ¿No es acaso el que está sentado a la mesa? Sin embargo, Yo estoy entre vosotros como el sirviente".
¡Como el sirviente! No podemos pasar por alto esta palabra inefable del Hijo de Dios, sin postrarnos con la frente pegada al polvo de la más profunda humillación y suplicarle que nos libre de toda soberbia y de la abominable presunción de ser superiores a nuestros hermanos, o de querer tiranizarlos, abusando de la potestad que sobre ellos hemos recibido del divino Sirviente. Cf. Mat. 23, 11; Filip. 2, 7 s. y nota; I Pedro 5, 3; II Cor. 10, 8; III Juan 9 s.


Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios