Lunes 29 de abril


Evangelio según San Juan, capítulo 14, versículo del 21 al 26

21 El que tiene mis mandamientos y los conserva, ése es el que me ama; y quien me ama, será amado de mi Padre, y Yo también lo amaré, y me manifestaré a él". 22 Díjole Judas - no el Iscariote - : "Señor, ¿cómo es eso: que te has de manifestar a nosotros y no al mundo?". 23 Jesús le respondió y dijo: "Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y en él haremos morada. 24 El que no me ama no guardará mis palabras; y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió".

Jesús da su propia paz.

25 "Os he dicho estas cosas durante mi permanencia con vosotros. 26 Pero el intercesor, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, El os lo enseñará todo, y os recordará todo lo que Yo os he dicho.

Comentario

21. Es decir: el que obedece eficazmente al Padre muestra que tiene amor, pues si no lo amase no tendría fuerza para obedecerlo, como vemos, en el v. 23. No tiene amor porque obra, sino que obra porque tiene amor. Cf. Luc. 7, 47 y nota: "Por lo cual, te digo, se le han perdonado sus pecados, los muchos, puesto que ha amado mucho. A la inversa, aquel a quien se perdone poco, ama poco". Ama poco: Esta conclusión del Señor muestra que si la pecadora amó mucho es porque se le había perdonado mucho, y no a la inversa, como parecería deducirse de la primera parte del v. La iniciativa no parte del hombre, sino de Dios que obra misericordia (Salmo 58, 11; 78, 8; Denz. 187). S. Agustín confirma esto diciendo que al fariseo no se le podía perdonar mucho porque él, creyéndose justo, a la inversa de Magdalena, pensaba deber poco. Y entonces, claro está que nunca podría llegar a amar mucho según lo enseñado por Jesús.

23. El amor es el motor indispensable de la vida sobrenatural: todo aquel que ama, vive según el Evangelio; el que no ama no puede cumplir los preceptos de Cristo, ni siquiera conoce a Dios, puesto que Dios es amor (I Juan 4, 8). "Del amor a Dios brota de por sí la obediencia a su divina voluntad (Mat. 7, 21; 12, 50; Marc. 3, 35; Luc. 8, 21), la confianza en su providencia (Mat. 6, 25 - 34; 10, 29 - 33; Luc. 12, 4 - 12 y 22 - 34; 18, 1 - 8), la oración devota (Mat. 6, 7 - 8; 7, 7 - 12; Marc. 11, 24; Luc. 11, 1 - 13; Juan 16, 23 - 24), y el respeto a la casa de Dios (Mat. 21, 12 - 17; Juan 2, 16)" (Lesetre).

24. Dios nos revela a este respecto su intimidad diciendo: "Como una mujer que desprecia al que la ama, así me ha despreciado Israel" (Jer. 3, 20). Esto nos hace comprender que querer suplir con obras materiales la falta de amor, sería como si una mujer que rechaza el amor de un príncipe pretendiera consolarlo ofreciéndole dinero. O como si un hijo que se apartó del hogar creyese que satisface a su padre con mandarle regalos. Véase la clara doctrina de S. Pablo. en I Cor. 13, 1 ss.

26. Jesús hace aquí quizá la más estupenda de sus revelaciones y de sus promesas. El mismo Espíritu divino, que El nos conquistó con sus méritos infinitos, se hará el inspirador de nuestra alma y el motor de nuestros actos, habitando en nosotros (v. 16 s.). Tal es el sentido de las palabras "os lo enseñará todo", es decir, no todas las cosas que pueden saberse, sino todo lo vuestro, como maestro permanente de vuestra vida en todo instante. San Pablo confirma esto en Rom. 8, 14 llamando hijos de Dios a "los que son movidos por el Espíritu de Dios". Si bien miramos, todo el fruto de la Pasión de Cristo consiste en habernos conseguido esa maravilla de que el Espíritu de Dios, que es todo luz y amor y gozo, entre en nosotros, confortándonos, consolándonos, inspirándonos en todo momento y llevándonos al amor de Jesús (6, 44 y nota) para que Jesús nos lleve al Padre (vv. 6 ss.) y así el Padre sea glorificado en el Hijo (v. 13). Tal es el plan del Padre en favor nuestro (6, 40 y nota), de tal modo que la glorificación de ambos sea también la nuestra, como se ve expresamente en 17, 2. Para entrar en nosotros ese nuevo rector que es el Espíritu Santo, sólo espera que el anterior le ceda el puesto. Eso quiere decir simplemente el "renunciarse a sí mismo". Os recordará, etc.: es decir, traerá a la memoria en cada momento oportuno (Mat. 10, 19; Marc. 13, 11) las enseñanzas de Jesús a los que se hayan preocupado de aprenderlas. Véase 16, 13; Luc. 11, 13 y notas.

 

Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios