Viernes 27 de setiembre

Evangelio según San Lucas, capítulo 9, versículos del 18 al 22

Confesión de Pedro

18 Un día que estaba orando a solas, hallándose con El sus discípulos, les hizo esta pregunta: "¿Quién dicen las gentes que soy Yo?" 19 Le respondieron diciendo: "Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los antiguos profetas ha resucitado". 20 Díjoles: "Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?" Pedro le respondió y dijo: "El Ungido de Dios". 21 Y El les recomendó con energía no decir esto a nadie, 22 agregando: "Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea reprobado por los ancianos, por los sumos sacerdotes y por los escribas, que sea muerto, y que al tercer día sea resucitado".

Comentario

18. Véase Mat. 16, 13 ss.; Marc. 8, 27 ss. Estaba orando a solas: Basta saber que Jesús cultivaba la soledad, para comprender que es bueno hacer lo mismo, y que en ello se encuentra un tesoro. No solamente en su Cuaresma del desierto (Mat. 4, 1 ss.; Luc. 4, 1 ss.), ni solamente antes de elegir sus discípulos, sino de un modo habitual buscaba la soledad del monte (Mat. 14, 23), o de la noche (Luc. 6, 12; Juan 8, 1 s.), o de Getsemaní, para ponerse en oración; y así nos enseña a que lo imitemos, exhortándonos a orar en la soledad, y en el secreto del aposento (Mat. 6, 5 ss.). Todas las biografías de hombres de pensamiento nos muestran que amaron la soledad, el silencio, el campo y que allí concibieron sus más grandes ideas. ¿Cuánto más será así cuando no se trata de puros conceptos terrenales o ensueños de poetas, sino de la realidad toda interior que se pasa entre el alma y Dios? Cuando vemos un paisaje, o sentimos una emoción, o se nos ocurre alguna idea, quisiéramos compartirla con los amigos como un desahogo sentimental. El día que nuestra fe llegue a ser bastante viva para recordar que Jesús, junto con el Padre (Juan 14, 23) y el Espíritu Santo (Juan 14, 16), habita siempre en los corazones de los que creen (Ef. 3, 17) y que, por tanto, siempre la soledad es estar con El como El estaba con el Padre (Juan 16, 32) pensando con El (Juan 8, 16) y viviendo de El (Juan 6, 57); entonces amaremos ese trato con El real y durable, en conversación activísima y permanente; pues si se interrumpe puede reanudarse siempre al instante. Es allí donde El nos indica las cosas de caridad y apostolado que El quiere realicemos, sea por escrito o de obra o de palabra, cuando llegue el momento. "Nadie puede sin peligro aparecer, dice el Kempis, sino aquel que prefiera estar escondido". Cf. Cant. 1, 8 y nota.

20. Cf. Mat. 16, 13 ss. El Ungido o Mesías. Así también Marc. 8, 29. En Mat. 16, 16 se lee "el Hijo" de Dios, aunque algunos han leído como aquí ungido o "santo de Dios".

21. Cf. 8, 51.


Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios