Viernes 26
de julio

Evangelio según San Mateo, capítulo 13, versículos del 18 al 23

18 "Escuchad pues, vosotros la parábola del sembrador. 19 Sucede a todo el que oye la palabra del reino y no la comprende, que viene el maligno y arrebata lo que ha sido sembrado en su corazón: éste es el sembrado a lo largo del camino. 20 El sembrado en pedregales, éste es el hombre que, oyendo la palabra, en seguida la recibe con alegría; 21 pero no teniendo raíz en sí mismo, es de corta duración, y cuando llega la tribulación o la persecución por causa de la palabra, al punto se escandaliza. 22 El sembrado entre los abrojos, éste es el hombre que oye la palabra, pero la preocupación de este siglo y el engaño de las riquezas sofocan la palabra, y ella queda sin fruto. 23 Pero el sembrado en tierra buena, éste es el hombre que oye la palabra y la comprende: él sí que fructifica y produce ya ciento, ya sesenta, ya treinta".

Comentario

19. No la comprende. Es decir que no hay excusa para no comprenderla, puesto que el Padre la descubre a los pequeños más aún que a los sabios (11, 25). El que no entiende las palabras de Jesús, dice S. Crisóstomo, es porque no las ama. Ya se arreglaría para entenderlas si se tratase de un negocio que le interesase. Porque esas palabras no son difíciles, sino profundas. No requieren muchos talentos sino mucha atención (v. 23; Luc. 6, 47 y nota).

23. La comprende: Ahí está todo (v. 19 y 51). El que se ha dejado penetrar por la virtud sobre natural de las palabras del Evangelio, queda definitivamente conquistado en el fondo de su corazón, pues experimenta por sí mismo que nada puede compararse a ellas (Juan 4, 42; S. 118, 85 y nota). De ahí el fruto que ya aseguraba David en S. 1, 1 ss.


Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios