Viernes 22
de marzo

Evangelio según San Juan, capítulo 10,versículos del 31 al 42

31 De nuevo los judíos recogieron piedras para lapidarlo. 32 Entonces Jesús les dijo: "Os he hecho ver muchas obras buenas, que son de mi Padre. ¿Por cuál de ellas queréis apedrearme?" 33 Los judíos le respondieron: "No por obra buena te apedreamos, sino porque blasfemas, y siendo hombre, te haces a Ti mismo Dios". 34 Respondióles Jesús: "¿No está escrito en vuestra Ley: "Yo dije: sois dioses?" 35 Si ha llamado dioses a aquellos a quienes fue dirigida la palabra de Dios - y la Escritura no puede ser anulada - 36 ¿cómo de Aquel que el Padre consagró y envió al mundo, vosotros decís: "Blasfemas", porque dije: "Yo soy el Hijo de Dios?" 37 Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; 38 pero ya que las hago, si no queréis creerme, creed al menos, a esas obras, para que sepáis y conozcáis que el Padre es en Mí, y que Yo soy en el Padre". 39 Entonces trataron de nuevo de apoderarse de Él, pero se escapó de entre sus manos.

40 Y se fue nuevamente al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado primero, y allí se quedó. 41 Y muchos vinieron a Él, y decían: "Juan no hizo milagros, pero todo lo que dijo de Este, era verdad". 42 Y muchos allí creyeron en Él.

Comentario

34. Si la Escritura llama "dioses" a los príncipes de la tierra, para destacar su dignidad de lugartenientes de Dios, ¿por qué queréis apedrearme a Mí, si me llamo Hijo de Dios? Véase S. 81, 6. Hoy somos nosotros los hijos de Dios, y no sólo adoptivos, sino verdaderos, gracias a Cristo. Cf. 1, 12; 20, 17; I Juan 3, 1; Rom. 8, 16 - 29; Gál. 4, 5 s.; Ef. 1, 5.

35. La Escritura no puede ser anulada: Vemos cómo Jesús no sólo responde a la autenticidad de los Sagrados Libros sino que declara que no pueden ser modificados ni en un ápice. Véase Prov. 30, 6; Apoc. 22, 18 s.

36. Jesús proclama una vez más "su consagración y su misión teocrática, tanto más reales y elevadas que las de los jueces de Israel" (Fillion). Cf. 18, 37: Díjole, pues, Pilato: "¿Conque Tú eres rey?" Contestó Jesús: "Tú lo dices: Yo soy rey". Yo para esto nací y para esto vine al mundo, a fin de dar testimonio a la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz".

39. ¡He aquí el fruto de tanta evidencia! (cf. 9, 30 ss. y nota). Sírvanos de gran consuelo esto que soportó Él, cuando nos hallemos ante igual dureza. Cf. 15, 18 ss.

 

Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios