Viernes 1 de febrero

Evangelio según San Marcos, capítulo 4, versículos del 26 al 34

La simiente que crece por sí sola.

26 Y dijo también: "Sucede con el reino de Dios lo que sucede cuando un hombre arroja la simiente en tierra. 27 Ya sea que duerma o esté despierto, de noche, y de día, la simiente germina y crece, y él no sabe cómo. 28 Por sí misma la tierra produce primero el tallo, después la espiga, y luego el grano lleno en la espiga. 29 Y cuando el fruto está maduro, echa pronto la hoz, porque la mies está a punto".

El grano de mostaza.

30 Dijo además: "¿Qué comparación haremos del reino de Dios, y en qué parábola lo pondremos? 31 Es como el grano de mostaza, el cual, cuando es sembrado en tierra, es la menor de todas las semillas de la tierra. 32 Con todo, una vez sembrado, sube y se hace mayor que todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de modo que los pájaros del cielo pueden anidar bajo su sombra".

33 Con numerosas parábolas como éstas les presentaba su doctrina, según eran capaces de entender, 34 y no les hablaba sin parábolas, pero en particular, se lo explicaba todo a los discípulos que eran suyos.

Comentario

26. Esta pequeña y deliciosa parábola, exclusiva del evangelista Marcos nos enseña la eficacia propia que por acción divina tiene la Palabra de Dios, con sólo dejarla obrar en nuestra alma sin ponerle obstáculos. Cf. Juan 17, 17 y nota: "Santifícalos en la verdad: la verdad es tu palabra. Vemos aquí hasta qué punto el conocimiento y amor del Evangelio influye en nuestra vida espiritual. Jesús habría podido decirle que nos santificase en la caridad, que es el supremo mandamiento. Pero Él sabe muy bien que ese amor viene del conocimiento. De ahí que en el plan divino se nos envió primero al Verbo, o sea la Palabra, que es la luz; y luego, como fruto de Él, al Espíritu Santo que es el fuego, el amor".

29. Muy apropiada es esta parábola para suprimir en los ministros del evangelio la vanagloria; al mismo tiempo les inspira confianza, puesto que el éxito no depende de ellos sino de la gracia divina (Simón Prado). Véase Juan 17, 20; I Cor. 3, 7.

30. Véase Mat. 13, 31 s.; Luc. 13, 18 s.

Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios