Lunes 16 de setiembre

Evangelio según San Lucas, Capítulo 7, versículos 1-10

La fe del centurión pagano.

1 Después que hubo acabado de decir al pueblo todas estas enseñanzas, volvió a entrar en Cafarnaúm. 2 Y sucedió que un centurión tenía un servidor enfermo a punto de morir, y que le era de mucha estima. 3 Habiendo oído hablar de Jesús, envió a Él a algunos ancianos de los judíos, para rogarle que viniese a sanar a su servidor. 4 Presentáronse ellos a Jesús, y le rogaron con insistencia, diciendo: "Merece que se lo concedas, 5 porque quiere bien a nuestra nación, y él fue quien nos edificó la sinagoga". 6 Y Jesús se fue con ellos. No estaba ya lejos de la casa, cuando el centurión envió unos amigos para decirle: "Señor, no te des esta molestia, porque yo no soy digno de que Tú entres bajo mi techo; 7 por eso no me atreví a ir a Ti en persona: mas dilo con tu palabra, y sea sano mi criado. 8 Pues también yo, que soy un subordinado, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: "Anda", y va; y al otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace". 9 Jesús al oírlo se admiró de él; y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: "Os digo que en Israel no hallé fe tan grande". 10 Y los enviados, de vuelta a la casa, hallaron sano al servidor.

Comentario

6. Se fue con ellos: como el servidor siempre dispuesto.
No soy digno: Las palabras del centurión sirven para recordar antes de la Comunión, que no somos ni seremos nunca, dignos de la unión con Jesús. Pero antes se dice, en el Agnus Dei, que El es el Cordero divino que lleva sobre Sí los pecados del mundo, como dijo Juan precisamente cuando "lo vio venir hacia él" y que es señalado en el Evangelio de San Juan 1, 29: "Al día siguiente vió a Jesús que venía hacia él, y dijo: "He aquí el cordero de Dios, que lleva el pecado del mundo". Aquí San Juan es el primero que llama a Jesús Cordero de Dios. Empieza a descorrerse el velo. El cordero que sacrificaban los judíos todos los años en la víspera de la fiesta de Pascua y cuya sangre era el signo que libraba del exterminio figuraba a la Víctima divina que, cargando con nuestros pecados, se entregaría "en manos de los hombres" para que su Sangre "más elocuente que la de Abel" atrajese sobre el ingrato Israel y sobre el mundo entero la misericordia del Padre, su perdón y los dones de su gracia para los creyentes.
El mismo Jesús se encargó de enseñarnos que no vino a encontrar justos sino pecadores, y que, como figura del Padre celestial, el padre del hijo pródigo corrió al encuentro de éste para abrazarlo, vestirlo y darle un banquete; y que, si tenemos mucha deuda para ser perdonada, amaremos más, pues "aquel a quien menos se le perdona, menos ama". El Evangelio de San Lucas 7, 47 señala además: "Por lo cual, te digo, se le han perdonado sus pecados, los muchos, puesto que ha amado mucho. A la inversa, aquel a quien se perdone poco, ama poco".

8. Además de la fe de este pagano es de admirar su caridad que le hace sentir la enfermedad de su criado como suya. Bella enseñanza para que amen los patrones a sus servidores, y las dueñas de casa a sus sirvientes. En la carta a los Efesios, capítulo 6, versículo 5 se afirma: "Siervos, obedeced a los amos según la carne en simplicidad de corazón, con respetuoso temor, como a Cristo".


Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios