Sábado 14 de setiembre

Evangelio según San Lucas, Capítulo 6, versículos 43-49

Por su fruto se conoce el árbol.

43 Pues no hay árbol sano que dé frutos podridos, ni hay a la inversa, árbol podrido que dé frutos sanos. 44 Porque cada árbol se conoce por el fruto que da. No se recogen higos de los espinos, ni de un abrojo se vendimian uvas. 45 El hombre bueno saca el bien del buen tesoro que tiene en su corazón; mas el hombre malo, de su propia maldad saca el mal; porque la boca habla de lo que rebosa el corazón.

46 ¿Por qué me llamáis: "Señor, Señor", si no hacéis lo que Yo digo? 47 Yo os mostraré a quien se parece todo el que viene a Mí, y oye mis palabras y las pone en práctica. 48 Se asemeja a un hombre que para construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca; cuando vino la creciente, el río dio con ímpetu contra aquella casa, mas no pudo moverla, porque estaba bien edificada. 49 Pero, el que (las) oye y no (las) pone por obra, es semejante a un hombre que construyó su casa sobre el suelo mismo, sin cimientos; el río se precipitó sobre ella, y al punto se derrumbó, y fue grande la ruina de aquella casa".

Comentario

45. Es decir que, para hacer el mal, no necesitamos que otro nos lo indique; nos basta con dar de lo propio. En cambio, nada podemos para el bien si no imploramos al Padre que nos dé de su santo Espíritu. Confrontado también en el Evangelio de San Juan 15, 5:"Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Quien permanece en Mí, y Yo en él, lleva mucho fruto, porque separados de Mí no podéis hacer nada".
"Cumplen su voluntad y no la de Dios cuando hacen lo que a Dios desagrada. Mas cuando hacen lo que quieren hacer para servir a la divina voluntad, aunque gustosos hagan lo que hacen, ello es siempre por el querer de Aquél por quien es preparado y ordenado lo que ellos quieren" (Denz. 196).

47. La fe firme que nunca vacila es la que se apoya sobre las palabras de Jesús como sobre una roca que resiste a las tormentas de la duda porque dice: "Sé a quien he creído" (II Tim. 1, 12: "Por cuya causa padezco estas cosas, mas no me avergüenzo, puesto que sé a quién he creído, y estoy cierto de que El es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día").
Los que escuchan la Palabra y no la guardan como un tesoro demuestran no haberla comprendido, según Jesús nos enseña en San Mateo 13, versículos 19 y 23: "Sucede a todo el que oye la palabra del reino y no la comprende, que viene el maligno y arrebata lo que ha sido sembrado en su corazón: éste es el sembrado a lo largo del camino. Pero el sembrado en tierra buena, éste es el hombre que oye la palabra y la comprende: él sí que fructifica y produce ya ciento, ya sesenta, ya treinta".


Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios