Jueves 14 de febrero


Evangelio según San Lucas, capítulo 9, versículos del 22 al 25

22 agregando: "Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea reprobado por los ancianos, por los sumos sacerdotes y por los escribas, que sea muerto, y que al tercer día sea resucitado".

Negación del yo.

23 Y a todos les decía: "Si alguno quiere venir en pos de Mí, renúnciese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. 24 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; mas el que pierda su vida a causa de Mí, la salvará. 25 Pues ¿qué provecho tiene el hombre que ha ganado el mundo entero, si a sí mismo se pierde o se daña?

Comentario

23. Jesús no dice, como el oráculo griego: "conócete a ti mismo", sino: "niégate a ti mismo". La explicación es muy clara. El pagano ignoraba el dogma de la caída original. Entonces decía lógicamente: analízate, a ver qué hay en ti de bueno y qué hay de malo. Jesús nos enseña simplemente a descalificarnos a priori, por lo cual ese juicio previo del autoanálisis resulta harto inútil, dada la amplitud inmensa que tuvo y que conserva nuestra caída original. Ella nos corrompió y depravó nuestros instintos de tal manera, que San Pablo nos pudo decir con el Salmista: "Todo hombre es mentiroso" (Rom. 3, 4; S. 115, 2). Por lo cual el Profeta nos previene: "Perverso es el corazón de todos e impenetrable: ¿Quién podrá conocerlo?" (Jer. 17, 9). Y también: "Maldito el hombre que confía en el hombre" (ibid. 5). De Jesús sabemos que no se fiaba de los hombres, "porque los conocía a todos" (Juan 2, 24; Marc. 8, 34 y nota).

24. Cf. Mat. 10, 39 y nota: "Quien halla su vida, la perderá; y quien pierde su vida por Mí, la hallará". Quien halla su vida, esto es, quien se complace en esta peregrinación y se arraiga en ella como si fuera la verdadera vida. Ese tal, ya habrá tenido aquí "sus bienes", como dijo Jesús al Epulón (Luc. 16, 25) y no le quedará otra vida que esperar. Véase el ejemplo de los Recabitas en Jer. 35. Otros traducen: "quien conserva su alma", esto es, quien pretende salvarse por su propio esfuerzo, sin recurrir al único Salvador, Jesús. Véase Luc. 14, 26 ss.; 17, 33 y notas. Bien se explica, después del v. 23, este fracaso del que intenta lo que no es capaz de realizar. Véase 14, 33; Juan 15, 5 y notas. Su vida se traduce también: su alma.

Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios