Miércoles 13
de marzo

Evangelio según San Juan, capítulo 5, versículos del 17 al 30

17 Él les respondió: "Mi Padre continúa obrando, y Yo obro también". 18 Con lo cual los judíos buscaban todavía más hacerlo morir, no solamente porque no observaba el sábado, sino porque llamaba a Dios su padre, igualándose de este modo a Dios.

Jesús se declara hijo de Dios.

19 Entonces Jesús respondió y les dijo: "En verdad, en verdad, os digo, el Hijo no puede por Sí mismo hacer nada, sino lo que ve hacer al Padre; pero lo que Este hace, el Hijo lo hace igualmente. 20 Pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que Él hace; y le mostrará aún cosas más grandes que éstas, para asombro vuestro. 21 Como el Padre resucita a los muertos y les devuelve la vida, así también el Hijo devuelve la vida a quien quiere. 22 Y el Padre no juzga a nadie, sino que ha dado todo el juicio al Hijo, 23 a fin de que todos honren al Hijo como honran al Padre. Quien no honra al Hijo, no honra al Padre que lo ha enviado. 24 En verdad, en verdad, os digo: El que escucha mi palabra y cree a Aquel que me envió, tiene vida eterna y no viene a juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida. 25 En verdad, en verdad, os digo, vendrá el tiempo, y ya estamos en él, en que lo muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y aquellos que la oyeren, revivirán. 26 Porque así como el Padre tiene la vida en Sí mismo, ha dado también al Hijo el tener la vida en Sí mismo. 27 Le ha dado también el poder de juzgar, porque es Hijo del hombre. 28 No os asombre esto, porque vendrá el tiempo en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz; 29 y saldrán los que hayan hecho el bien, para resurrección de vida; y los que hayan hecho el mal, para resurrección de juicio. 30 Por Mí mismo Yo no puedo hacer nada. Juzgo según lo que oigo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.

Comentario

17. Continúa obrando: aun en sábado. Si Dios no obrase sin cesar, la creación volvería a la nada (S. 103. 29 y nota). Así también obra constantemente el Verbo, por quien el Padre lo hace todo (1, 3).

22. A Jesús le corresponde ser juez de todos los hombres, también por derecho de conquista; porque nos redimió a todos con su propia Sangre (Hech. 10, 42; Rom. 14, 9; II Tim. 4, 8; I Pedro 4, 5 s.). Entretanto, Jesús nos dice aquí que ahora ni el Padre juzga a nadie ni El tampoco (8, 15), pues no vino a juzgar sino a salvar (3, 17; 12, 47). Es el "año de la misericordia", que precede al "día de la venganza" (Luc. 4, 19; Is. 61, 1 ss.)

24. Véase 6, 40 y nota: "Porque ésta es la voluntad del Padre: que todo aquel que contemple al Hijo y crea en El, tenga vida eterna; y Yo lo resucitaré en el último día".
He aquí el plan divino: Jesús, el Mediador, es el único camino para ir al Padre. Es decir que, viéndolo y estudiándolo a El, hemos de creer en el Padre (5, 24), del cual Cristo es espejo perfectísimo (14, 9; Hebr. 1, 3). Sólo ese Hijo puede darnos exacta noticia del Padre, porque sólo El lo vio (1, 18; 3, 32; 6, 46), y la gloria del Padre consiste en que creamos a ese testimonio que el Hijo da de El (v. 29), a fin de que toda glorificación del Padre proceda del Hijo (14, 13). Véase atentamente 12, 42 - 49.
No viene a juicio: "Algunos de los buenos se salvarán y no serán juzgados, a saber: los pobres en espíritu, pues aun ellos juzgarán a los demás" (Catecismo Romano, Expos. del Símbolo según Santo Tomás, Art. VII, 1). Cf. Mat. 19, 28; I Cor. 6, 2 s.

25. Cf. v. 28; II Tim. 4, 1 y nota: "Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, el cual juzgará a vivos y a muertos, tanto en su aparición como en su reino". Este célebre pasaje (1 - 8) se lee como Epístola en la misa de los santos doctores mostrando que su oficio por excelencia es la predicación del Evangelio, y cuán grandes son los obstáculos que se le oponen según tantas veces lo anunció el mismo Jesús (3, 12; Juan 15, 20 y nota). "Conjura a su discípulo, tomando por testigos a Dios y a su Cristo. Este es el Juez de los vivos y de los muertos (cf. I Pedr. 4, 5; Hech. 10, 42), es decir, no de los justos y de los pecadores, sino de los hombres que estarán aún vivos en el día de su venida y de los que habrán muerto. La fórmula entró en el Símbolo, y es posible que ya S. Pablo la haya tomado de un Kerygma. La manifestación del Señor de que aquí se trata, es la que debe preceder al gran Juicio. Cf. I Tim. 6, 14; II Tim. 1, 10" (Pirot).

30. Continúa el pensamiento del v. 19. La justicia está en pensar, sentir y obrar como Dios quiere. Tal fue el sumo anhelo de Jesús, y así nos lo dice en 4, 34; 17, 4, etc.

Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios