Jueves 12 de setiembre

Evangelio según San Lucas, capítulo 6, versículos del 27 al 38

Hay que amar a nuestros enemigos.

27 "A vosotros, empero, los que me escucháis, os digo: "Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian; 28 bendecid a los que os maldicen; rogad por los que os calumnian. 29 A quien te abofetee en la mejilla, preséntale la otra; y al que te quite el manto, no le impidas tomar también la túnica. 30 Da a todo el que te pida; y a quien tome lo tuyo, no se lo reclames. 31 Y según queréis que hagan los hombres con vosotros, así haced vosotros con ellos. 32 Si amáis a los que os aman, ¿qué favor merecéis con ello? También los pecadores aman a los que los aman a ellos. 33 Y si hacéis bien a quienes os lo hacen, ¿qué favor merecéis con ello? También los pecadores hacen lo mismo. 34 Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis restitución, ¿qué favor merecéis con ello? Los pecadores también prestan a los pecadores, para recibir el equivalente. 35 Vosotros, amad a vuestros enemigos; haced el bien y prestad sin esperar nada en retorno, y vuestra recompensa será grande, y seréis los hijos del Altísimo; de Él, que es bueno con los desagradecidos y malos".

Imitad la misericordia del padre.

36 "Sed misericordiosos como es misericordioso vuestro padre. 37 No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; absolved, y se os absolverá. 38 Dad y se os dará; una medida buena y apretada y remecida y rebosante se os volcará en el seno; porque con la medida con que medís se os medirá".

Comentario

27. Véase Mat. 5, 44: "Mas Yo os digo: "Amad a vuestros enemigos, y rogad por los que os persiguen". Como se ve, el amor al enemigo no consiste en el simple hecho de renunciar a la venganza, sino más bien en un acto positivo de perdón y benevolencia. Estas disposiciones han de tenerse en el fondo del corazón e inspirar nuestras obras respecto del prójimo, de modo que Dios vea nuestra intención, aunque el mismo prójimo no lo sepa.

29. Véase Miq. 2, 8 ss. .

31. Véase Mat. 7, 12 y nota: "Así que, todo cuanto queréis que los hombres os hagan, hacedlo también vosotros a ellos; ésta es la Ley y los Profetas". Es la regla de oro que Jesús nos ofrece para guía de nuestra conducta. Nótese su carácter positivo, en tanto que el Antiguo Testamento la presentaba en forma negativa (Tob. 4, 16; Luc. 6, 31; Hech. 15, 29).

35. Estas terminantes expresiones de la voluntad divina muestran cuán por encima está la ley cristiana, de la justicia o equilibrio simplemente jurídico tal como lo conciben los hombres. Es de señalar también la diferencia de matiz que existe entre este texto y su paralelo de Mat. 5, 45; allí se muestra cómo la bondad del Padre celestial devuelve bien por mal en el orden físico, dando su sol y su lluvia también a sus enemigos los pecadores. Aquí se alude al orden espiritual mostrando cómo El es bondadoso con los desagradecidos y los malos.

36. Otro paralelismo de gran importancia para el conocimiento de Dios, señalaremos entre este texto y el correspondiente de Mat. 5, 48. Allí se nos manda ser perfectos y se nos da como modelo la perfección del mismo Padre celestial, lo cual parecería desconcertante para nuestra miseria. Aquí vemos que esa perfección de Dios consiste en la misericordia, y que El mismo se digna ofrecérsenos como ejemplo, empezando por practicar antes con nosotros mucho más de lo que nos manda hacer con el prójimo, puesto que ha llegado a darnos su Hijo único, y su propio Espíritu, el cual nos presta la fuerza necesaria para corresponder a su amor e imitar con los demás hombres esas maravillas de misericordia que El ha hecho con nosotros. Véase Mat. 18, 35 y nota: "Esto hará con vosotros mi Padre celestial si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano". Aplicación de la quinta petición del Padre Nuestro.

37. Absolver es más amplio aun que perdonar los agravios. Es disculpar todas las faltas ajenas, es no verlas, como dice el v. 41. Hay aquí una gran luz, que nos libra de ese empeño por corregir a otros (que no están bajo nuestro magisterio), so pretexto de enseñarles o aconsejarles sin que lo pidan. Es un gran alivio sentirse liberado de ese celo indiscreto, de ese comedimiento que, según nos muestra la experiencia, siempre sale mal.

38. Véase sobre este punto primordial Mat. 7, 2 y nota. ¡Medida rebosante! Nótese la suavidad de Jesús que no nos habla de retribución sobreabundante para el mal que hicimos, pero sí para el bien. Cf. Denz. 1014.


Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios