Lunes 11
de marzo

Evangelio según San Juan, capítulo 4, versículos del 43 al 54

Jesús en Galilea.

43 Pasados aquellos dos días, partió para Galilea. 44 Ahora bien, Jesús mismo atestiguó que ningún profeta es honrado en su patria. 45 Cuando llegó a Galilea, fue recibido por los galileos, que habían visto todas las grandes cosas hechas por Él en Jerusalén durante la fiesta; porque ellos también habían ido a la fiesta.

Curación del hijo del cortesano.

46 Fue, pues, otra vez a Caná de Galilea, donde habían convertido el agua en vino. Y había un cortesano cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm. 47 Cuando él oyó que Jesús había vuelto de Judea a Galilea, se fue a encontrarlo, y le rogó que bajase para sanar a su hijo, porque estaba para morir. 48 Jesús le dijo: "¡Si no veis signos y prodigios, no creeréis!". 49 Respondióle el cortesano: "Señor, baja antes que muera mi hijo". 50 Jesús le dijo: "Ve, tu hijo vive". Creyó este hombre a la palabra que le dijo Jesús y se puso en marcha. 51 Ya bajaba, cuando encontró a algunos de sus criados que le dijeron que su hijo vivía. 52 Preguntóles entonces, la hora en que se había puesto mejor. Y le respondieron: "Ayer, a la hora séptima, le dejó la fiebre". 53 Y el padre reconoció que ésta misma era la hora en que Jesús le había dicho: "Tu hijo vive". Y creyó él, y toda su casa. 54 Este fue el segundo milagro que hizo Jesús vuelto de Judea a Galilea.

Comentario

48. Los milagros confirman la autoridad del que predica (Marc. 16, 20); con todo no son necesarios ni suficientes para engendrar por sí mismos la fe (2, 23 ss.; 12, 37 ss.). Ella viene de prestar asentimiento a la palabra de Jesucristo (Rom. 10, 17), explotando el "afecto de credulidad" (Denz. 178) que Dios pone en nosotros. Cf. 7, 17 y nota: "Si alguno quiere cumplir Su voluntad, conocerá si esta doctrina viene de Dios, o si Yo hablo por mi propia cuenta". Procedimiento infalible para llegar a tener fe: Jesús promete la luz a todo aquel que busca la verdad para conformar a ella su vida (I Juan 1, 5 - 7). Está aquí, pues, toda la apologética de Jesús. El que con rectitud escuche la Palabra divina, no podrá resistirle, porque "jamás hombre alguno habló como Este" (v. 46). El ánimo doble, en cambio, en vano intentará buscar la Verdad divina en otras fuentes, pues su falta de rectitud cierra la entrada al Espíritu Santo, único que puede hacernos penetrar en el misterio de Dios (I Cor. 2, 10 ss.). De ahí que, como lo enseña S. Pablo y lo declaró Pío X en el juramento antimodernista, basta la observación de la naturaleza para conocer la existencia del Creador eterno, su omnipotencia y su divinidad (Rom. 1, 20); pero la fe no es ese conocimiento natural de Dios, sino el conocimiento sobrenatural que viene de la adhesión prestada a la verdad de la palabra revelada, "a causa de la autoridad de Dios sumamente veraz" (Denz. 2145). Cf. 5, 31 - 39.

50. Este acto de fe en la palabra de Jesús fue precursor de su conversión, referida en el v. 53.

Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios