Martes 11 de junio


Evangelio según San Mateo, capítulo 10, versículos del 7 al 13

7 Y de camino predicad diciendo: "El reino de los cielos se ha acercado". 8 Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad fuera demonios. Recibisteis gratuitamente, dad gratuitamente. 9 No tengáis ni oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; 10 ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero es acreedor a su sustento. 11 Llegados a una ciudad o aldea, informaos de quién en ella es digno, y quedaos allí hasta vuestra partida. 12 Al entrar a una casa decidle el saludo (de paz). 13 Si la casa es digna, venga vuestra paz a ella; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros.

Comentario

9 s. En estas palabras se contiene una exhortación a amar y practicar la pobreza, un llamado especial que Dios hace a los religiosos y sacerdotes que se dedican al sagrado ministerio. Jesús manda, tanto a los apóstoles, como a los discípulos (Luc. 10, 4), que no lleven bolsa, ni alforja, ni dinero, confiando en la eficacia propia de la divina Palabra, cuya predicación es el objeto por excelencia del apostolado, según se nos muestra en la despedida de Jesús (28, 19 s., Marc. 16, 15); en la conducta de los Doce después de Pentecostés (Hech. 6, 2) y en las declaraciones de S. Pablo (I Cor. 1, 17; 9, 16).

12. Esta costumbre, todavía hoy mantenida en Oriente, sin darse el saludo La paz sea contigo, era seguida fielmente por los primeros cristianos. ¡Qué bien sería restaurarla según lo enseña aquí el Maestro! Saludar, en lenguaje pagano, es desear la salud. En lenguaje cristiano, es desear la paz, que es cosa del alma. Cf. Luc. 1, 28 y nota.


Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios