San Carlos Lwanga y Compañeros, Mártires (Memoria)

junio 3, 2019

Color: Rojo

Lecturas diarias:

Primera Opción

  • Primera Lectura

    Hechos 19:1-8

    1Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó las regiones altas y llegó a Efeso donde encontró algunos discípulos; 2les preguntó: «¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando abrazasteis la fe?» Ellos contestaron: «Pero si nosotros no hemos oído decir siquiera que exista el Espíritu Santo.» 3El replicó: «¿Pues qué bautismo habéis recibido?» - «El bautismo de Juan», respondieron. 4Pablo añadió: «Juan bautizó con un bautismo de conversión, diciendo al pueblo que creyesen en el que había de venir después de él, o sea en Jesús.» 5Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. 6Y, habiéndoles Pablo impuesto las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo y se pusieron a hablar en lenguas y a profetizar. 7Eran en total unos doce hombres. 8Entró en la sinagoga y durante tres meses hablaba con valentía, discutiendo acerca del Reino de Dios e intentando convencerles.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 68:2-7

    2¡Alcese Dios, sus enemigos se dispersen, huyan ante su faz los que le odian! 3Cual se disipa el humo, los disipas; como la cera se derrite al fuego, perecen los impíos ante Dios. 4Mas los justos se alegran y exultan ante la faz de Dios, y saltan de alegría. 5Cantad a Dios, salmodiad a su nombre, abrid paso al que cabalga en las nubes, alegraos en Yahveh, exultad ante su rostro. 6Padre de los huérfanos y tutor de las viudas es Dios en su santa morada; 7Dios da a los desvalidos el cobijo de una casa, abre a los cautivos la puerta de la dicha, mas los rebeldes quedan en un suelo ardiente.

  • Evangelio

    Juan 16:29-33

    29Le dicen sus discípulos: «Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. 30Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios.» 31Jesús les respondió: «¿Ahora creéis? 32Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. 33Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo.»

Segunda Opción

  • Primera Lectura

    II Macabeos 7:1-2, 9-14

    1Sucedió también que siete hermanos apresados junto con su madre, eran forzados por el rey, flagelados con azotes y nervios de buey, a probar carne de puerco (prohibida por la Ley). 2Uno de ellos, hablando en nombre de los demás, decía así: «¿Qué quieres preguntar y saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que violar las leyes de nuestros padres.» 9Al llegar a su último suspiro dijo: «Tú, criminal, nos privas de la vida presente, pero el Rey del mundo a nosotros que morimos por sus leyes, nos resucitará a una vida eterna.» 10Después de éste, fue castigado el tercero; en cuanto se lo pidieron, presentó la lengua, tendió decidido las manos 11(y dijo con valentía: «Por don del Cielo poseo estos miembros, por sus leyes los desdeño y de El espero recibirlos de nuevo).» 12Hasta el punto de que el rey y sus acompañantes estaban sorprendidos del ánimo de aquel muchacho que en nada tenía los dolores. 13Llegado éste a su tránsito, maltrataron de igual modo con suplicios al cuarto. 14Cerca ya del fin decía así: «Es preferible morir a manos de hombres con la esperanza que Dios otorga de ser resucitados de nuevo por él; para ti, en cambio, no habrá resurrección a la vida.»

  • Salmo Responsorial

    Salmo 124:2-5, 7-8

    2si Yahveh no hubiera estado por nosotros, cuando contra nosotros se alzaron los hombres, 3vivos entonces nos habrían tragado en el fuego de su cólera. 4Entonces las aguas nos habrían anegado, habría pasado sobre nosotros un torrente, 5habrían pasado entonces sobre nuestra alma aguas voraginosas. 7Nuestra alma como un pájaro escapó del lazo de los cazadores. El lazo se rompió y nosotros escapamos; 8nuestro socorro en el nombre de Yahveh, que hizo el cielo y la tierra.

  • Evangelio

    Mateo 5:1-12

    1Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. 2Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: 3«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. 4Bienaventurados los mansos , porque ellos posseerán en herencia la tierra. 5Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. 6Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. 7Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 8Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 9Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 10Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. 11Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. 12Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.