San Josemaría Escrivá de Balaguer, Presbítero (Memoria Libre)

junio 26, 2015

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Génesis 17:1, 9-10, 15-22

    1Cuando Abram tenía 99 años, se le apareció Yahveh y le dijo: «Yo soy El Sadday, anda en mi pressencia y sé perfecto. 9Dijo Dios a Abraham: «Guarda, pues, mi alianza, tú y tu posteridad, de generación en generación. 10Esta es mi alianza que habéis de guardar entre yo y vosotros - también tu posteridad -: Todos vuestros varones serán circuncidados. 15Dijo Dios a Abraham: «A Saray, tu mujer, no la llamarás más Saray, sino que su nombre será Sara. 16Yo la bendeciré, y de ella también te daré un hijo. La bendeciré, y se convertirá en naciones; reyes de pueblos procederán de ella.» 17Abraham cayó rostro en tierra y se echó a reír, diciendo en su interior: ¿A un hombre de cien años va a nacerle un hijo?, ¿y Sara, a sus noventa años, va a dar a luz?» 18Y dijo Abraham a Dios: «¡Si al menos Ismael viviera en tu presencia!» 19Respondió Dios: «Sí, pero Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Isaac. Yo estableceré mi alianza con él, una alianza eterna, de ser el Dios suyo y el de su posteridad. 20En cuanto a Ismael, también te he escuchado: «He aquí que le bendigo, le hago fecundo y le haré crecer sobremanera. Doce príncipes engendrará, y haré de él un gran pueblo. 21Pero mi alianza la estableceré con Isaac, el que Sara te dará a luz el año que viene por este tiempo.» 22Y después de hablar con él, subió Dios dejando a Abraham.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 128:1-5

    1Canción de las subidas. Dichosos todos los que temen a Yahveh, los que van por sus caminos. 2Del trabajo de tus manos comerás, ¡dichoso tú, que todo te irá bien! 3Tu esposa será como parra fecunda en el secreto de tu casa. Tus hijos, como brotes de olivo en torno a tu mesa. 4Así será bendito el hombre que teme a Yahveh. 5¡Bendígate Yahveh desde Sión, que veas en ventura a Jerusalén todos los días de tu vida,

  • Evangelio

    Mateo 8:1-4

    1Cuando bajó del monte, fue siguiéndole una gran muchedumbre. 2En esto, un leproso se acercó y se postró ante él, diciendo: «Señor, si quieres puedes limpiarme.» 3El extendió la mano, le tocó y dijo: «Quiero, queda limpio.» Y al instante quedó limpio de su lepra. 4Y Jesús le dice: «Mira, no se los digas a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio.